[Opinión] O ley de la selva, o Carlismo

Artículo de Jesús María Aragón Samanes*

Carlismo

Uno cualquiera del Partido Carlista daría por bueno el significado de las palabras que escribe Guillermo Del Valle Alcalá el 18 de octubre pasado en Diario 16, aunque al llegar a la segunda parte del escrito se le encendería la luz roja y se daría cuenta de que ese discurso es falso, por incoherente. Habla el autor, negativamente, de paraísos fiscales, del modelo productivo, de la reforma laboral, de nuevas fronteras….

En todo esto, el Carlismo no ha tenido nada que ver. Todo eso se ha gestado en el interior del sistema liberal y capitalista que nos constriñe y ahoga a una gran mayoría de la sociedad.

Dice que es capaz de entender a Podemos y su propuesta de fragmentación del Estado para que las grandes fortunas y empresas se deslocalicen y no paguen impuestos en España, aunque debiera saber que ya lo hacen, y que las leyes que se lo posibilitan han partido del Gobierno central español.

Asimismo, dice que también es capaz de entender a Daniel Lacalle, un liberal de libro, y su defensa del “Cupo vasco”.

Pero es incapaz de entender que tanto el Concierto vasco como el Convenio navarro no son “privilegios”, como él los llama, sino una responsabilidad asumida de administrar los propios recursos, sin esperar a que “papá Estado” solucione las dificultades que se puedan presentar, llegado el caso.  Pondré un ejemplo: a la desmesurada Deuda del Estado no han contribuido ni Euskadi ni Navarra, que, sin embargo, en su aportación económica al Estado, basada en los Presupuestos generales anuales del Estado, sí incluyen una parte para que dicha Deuda del Estado vaya amortizándose; eso se llama responsabilidad y solidaridad.

Los carlistas queremos esos mismos “privilegios” para todas y cada una de las Comunidades autónomas españolas. En su día, ya tuvieron la oportunidad de administrarse así, pero no quisieron, o no se atrevieron; los que rechazaron ese “privilegio” son los que tienen que dar explicaciones.

El autor se inventa lo del lugar de nacimiento y las “nuevas” fronteras como fuente de “privilegios” y de desigualdades políticas, y hace un llamamiento a “subsumir las realidades políticas hoy existentes en espacios supraestatales integrados y funcionales, lo más robustos y fuertes que sea posible”; o sea, apela a la fuerza. El Partido Carlista, en su propuesta de soluciones a los problemas que surjan en la convivencia social, apela a la Razón, al Sentido Común, a la Autonomía responsable y, por tanto, solidaria, de las personas, y entre los Pueblos, con la vista puesta en la Justicia Social.

Todo lo negativo que enumera en su artículo el Sr. Del Valle Alcalá lo atribuye a un enemigo también inventado, el Carlismo, continuando con el mismo discurso histórico que los liberales de toda laya y condición han hecho para escribir la Historia y explicar la realidad, achacando al Carlismo todas las deficiencias que se den en el funcionamiento de la sociedad española, cuando es evidente que el Carlismo nada tiene que ver con esas formas liberales de complicar la vida de la gente.  Así  sigue contribuyendo a la desinformación y a la deformación cultural e intelectual de los ciudadanos españoles.  Desde el año 1833, los sedicentes liberales han ido a por los carlistas, ¡a por ellos!. Para el que quiera entender, traeré a colación ese refrán que dice: “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.

Como conclusión, la dicotomía no sería la que el autor propone, “O izquierda, o Carlismo”, sino “O Ley de la selva, o Carlismo”.

Jesús Mª Aragón Samanes.

*Secretario General Federal del Partido Carlista.

Arguedas, 21 de octubre de 2018.