[Historia] También fuimos los primeros

Cuando en 1975 murió Franco la gente de este país estaba como aterida, sus músculos relejaban la contención de la falta de libertad, sus labios aún no se atrevían a conectarse con el cerebro para decir la verdad, gritar y reír despreocupadamente; la inmensa mayoría seguía moviéndose meses después como en el día que se anunció el fin del dictador, con la mecánica del asustado siervo.

Sólo unos pocos continuábamos nuestra lucha, en la clandestinidad oficial,  y así estuvimos hasta al menos un año o-nosotros los carlistas- hasta 1977 cuando algunos a los que ahora santifican y enaltecen los lacayos del “siempre bien situados”, cometieron la villanía, con la tradicional bajeza de los miserables, de no legalizarnos, mientras atentaban a los asesinos del Montejurra 76, o se ametrallaba a los obreros de Vitoria.

La cosmética que los albaceas del “régimen”  intentaban aplicar para poder salvar lo posible el testamento de Franco (monarquía, centralismo, control capitalista) mantenía en vigor leyes humillantes contra sectores de la población, entre ellas aquellas que marginaban o humillaban a determinados colectivos, como los homosexuales. Una ley, la de “Vagos y Maleantes”(por cierto promulgada el 4 de agosto de 1933 y con Reglamento de 3 de mayo de 1935, por el legítimo gobierno democrático de la II República, ¡Ay!) establecía en su artículo 2 que: “Podrán ser declarados en estado peligroso y sometidos a las medidas de seguridad de la presente Ley: (…) Segundo. Los homosexuales, rufianes y proxenetas”, y el artículo 6 preveía: “Las medidas de seguridad se aplicarán a las categorías de sujetos peligrosos, de la forma siguiente (…) 2º a los homosexuales (…) A) Internado en un entro de trabajo o colonia Agrícola. Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en Instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás.”

Medidas inhumanas, injustas, vejatorias, que atentaban contra los más elementales derechos y que se mantuvieron por el franquismo, aunque ya al final se atenuaron en parte.

Contra esa situación los afectados, en 1977, se manifestaron por vez primera por las Ramblas de Barcelona, y allí, en una de sus cabeceras, aparecía una gran pancarta del “Front Gai del Partit Carlí de Catalunya” porque este Partido fue el primero que organizó un frente específico, dirigido por Manuel Zavala Sevilla, que se preocupaba en exclusiva de las reivindicaciones y lucha de los homosexuales, no sólo carlistas, sino en un ejercicio de solidaridad, de todos cuanto eran despreciados, humillados, perseguidos y … ¡condenados penalmente! Tan solo por su tendencia sexual.

Se quería que todos los ciudadanos la margen de su opción personal, fuesen iguales ante la ley y respetados, y la reivindicación era seria, fundamentada exclusivamente en esa razón incuestionable, sin frivolidades ni folklorismos inútiles o incluso perjudiciales por cuanto pueden significar caricatura y automarginación.

Manuel Zavala, “Manolo”, fue un luchador nato. Aún se recuerda su valentía cuando como candidato noveno del Partido para el Parlamento Europeo de 1989 (con la campaña más contracultural hasta ahora conocida), efectuó en sus alocuciones por la radio y la televisión una serie de reivindicaciones de pura liberación sexual cuando todavía eran pocos los que se atrevían a hacerlo. Manolo murió el 17 de enero de 1998, el año anterior estuvo en Montejurra y asistió al Consejo Federal de Dirección del Partido Carlista en su calidad de miembro nato del de Catalunya. Sus últimos años los dedicó a visitar y asistir en las prisiones (las de la Trinidad y la Modelo, de Barcelona) a sus internos en especial a los enfermos, terminales o no. A los pocos días de su muerte, el siguiente 24, se le rindió un homenaje en Logroño, donde están sus cenizas. Ahora, renovamos ese homenaje, en emocionado recuerdo, al compañero Manuel Zavala, infatigable luchador carlista.

Y no fue solamente en Catalunya. No hace mucho se recordaba cuando por los concejales del partido en el ayuntamiento de Tolosa, en los años ochenta, también se adoptaba una similar postura de defensa de los derechos homosexuales con la cerrada oposición de los concejales del PNV.

Queden estos datos como nueva constancia de la invariable firmeza del Partido Carlista en la defensa de los derechos de cualquier ciudadano, de cualquier ser humano, sin distinción alguna.

Artículo de Evaristo Olcina Jiménez publicado en El Federal, nº 24, julio de 2005.