Por la transparencia

 

 

Rompiendo plumas por Assange 

Ramón Doria Bajo, Notario – Miércoles, 29 de Agosto de 2012 – Actualizado a las 05:07h

ASOMBRÉMONOS, todavía, como Julián Assange, quedan buscadores del übermenschen (Nuevo y superior hombre – Nietzsche en Zaratustra), todavía quedan héroes! ¡Lástima que los que estamos clasificados, según Maquiavelo, en la segunda categoría de inteligencia, los que aún no entendiendo las cosas por nosotros mismos, sin embargo, sí somos capaces de entenderlas cuando nos las explican; nosotros, los denominados la Élite Técnica, los que tras la mesa de nuestro despacho hacemos girar diariamente la explotadora rueda que rige los destinos de la actual raza humana; nosotros los que ante la persecución que está sufriendo Assange miramos despistadamente para otro lado como si la cosa no fuera de nuestra incumbencia; nosotros que cuando a Assange le sobrevenga un suicidio repentino o una enfermedad letal y fulminante, timoratamente y por lo bajini, exclamaremos compungidos: era un valiente, ojalá hubiera podido publicar todo lo que sabía; nosotros, sí, los bienvivientes, los eficaces, los tapados, los cobardes ¡Lástima de elite!

Si en vez de un solo Assange entre los 7.000 millones de habitantes, hubiera mil caballeros Assanges que se enfrentaran a «los trescientos o cuatrocientos canallas que fomentan las guerras… para robar» (Voltaire en Diccionario Filosófico) estos volverían a pensarse sus acciones. Como ocurrió tras la Revolución Rusa de 1917, cuando Los Canallas aflojaron las cadenas y dejaron florecer la Europa del bienestar. Pero no, ahora no son tiempos de revoluciones. Ahora Los Canallas saben que pueden ganar el tiempo perdido; saben que el ejército enemigo, el 99% de la población está todavía embotado, embriagado, alucinado por los últimos vapores de aquella sociedad del bienestar; saben que al igual que los degenerados caballeros malteses dejaron abrevar al Gran Turco y ello les perdió, también las engordadas clases medias europeas han perdido su capacidad de lucha y ello les perderá, y saben también Los Canallas que: Europa como Assange son ambos un mal ejemplo para el conjunto de la humanidad. ¡Qué tontería es esa de los derechos laborales! ¡Qué ocurrencia más descabellada es que los pobres puedan acceder a la educación! A los productores hay que tratarlos como a los mulos: curarles las heridas cuando todavía tienen capacidad de trabajar y, cuando dejan de ser mínimamente productivos, llevarlos al matadero para hacer chorizos. ¡Faltaría más!, se dicen ufanamente en sus secretas reuniones los cuatrocientos que mangonean el mundo.

Mundo que, aunque sea solo por fuera, algo ha cambiado. Pensemos: hace 200 años USA era colonia de Inglaterra y ahora es al revés. Sin embargo, si ampliamos la mirada vemos cómo hace 500 años los judíos dominaban Toledo y hace ya 300 que los mercaderes empezaron a dominar a los legisladores británicos u holandeses. Y si la volvemos a ampliar veremos cómo, aunque hayan cambiado los apellidos y unas veces se les llame sumerios, otras hititas, otras macedonios, otras judíos, otras españoles, otras ingleses y luego el amigo americano, siempre son los mismos trescientos o cuatrocientos canallas que hacen las guerras y nos roban nuestro pan. ¡Qué pena que falten tantos años todavía para que la humanidad tome conciencia de sí misma y cambie de verdad!

¡Va por el Quijote Assange, azote de gigantescos molinos y desenmascarador de las triquiñuelas de los molineros!