[Opinión] La DANA y sus consecuencias

Escrito de Lázaro Ibáñez, secretario general federal del Partido Carlista; José Mª Porro, secretario general del Euskal Herriko Karlista Alderdia; y Jesús Mª Aragón, secretario general de Partido Carlista de Navarra-Nafarroako Karlista Alderdia; publicado en Plaza Nueva (Tudela) el 04/11/2024.

Es difícil asumir lo ocurrido estos días en el País Valencià y zonas limítrofes; es algo que rompe la imagen de progreso y de sociedad avanzada, que se quiere transmitir.

Ante la magnitud de la tragedia humana, y del desastre material, probablemente asistiremos a un reparto de reproches y de culpabilizaciones.

Lo seguro es que la DANA no es la culpable, ya que es un fenómeno meteorológico que se da en la Naturaleza y con el que hay que contar; en la Naturaleza no existe la culpa; es en la interacción del ser humano con la Naturaleza donde hay que buscar la responsabilidad de los efectos negativos ocurridos; porque tampoco se puede decir que haya sido un accidente inevitable. No es la primera vez que en la zona se produce un fenómeno meteorológico parecido. Los científicos (geógrafos, geólogos, físicos, meteorólogos, biólogos, ecólogos) ya nos han hecho saber que la actividad humana no es neutra, sino que influye en el medio físico en el que se desenvuelve la vida.

Visto lo ya visto, hay que hacerles más caso, y rechazar la estupidez de las poses, así como las protestas irracionales y estériles.

Desde el Partido Carlista mostramos nuestra solidaridad con las víctimas de esta tragedia, nos admiramos y estamos agradecidos por la solidaridad vecinal demostrada, y deseamos que los trabajos de limpieza y reconstrucción sean eficaces.

Para evitar la repetición de algo parecido, proponemos la formación de una «Comisión de la verdad» que investigue y analice las causas que han propiciado esos efectos negativos sucedidos y, dejando de lado resentimientos y deseos de escurrir el bulto, que cada palo aguante su vela, asumiendo el grado de responsabilidad que le corresponda.

Porque lo más importante, también en la actividad económica, es la integridad física, psíquica, espiritual y moral del ser humano, o sea, la salud y el bienestar.