[Obituario] El “compromiso histórico” de Luis Menéndez de Luarca
Artículo de Manuel Martorell Pérez publicado en el diario El Comercio (Asturies) el 30/12/2021.
La muerte de Luis Menéndez de Luarca en Oviedo el 16 de diciembre tuvo proyección nacional por haber salvado milagrosamente la vida en la “matanza de Atocha”, que tanta repercusión tendría en la Transición, al haber llegado solo unos minutos tarde a la reunión con los otros abogados. Sin embargo, se ha quedado en el tintero, por ser menos conocida, la significativa trayectoria vital de este letrado asturiano que asumió el comunismo desde una rebeldía carlista que no abandonaría ni cuando, avanzados los ochenta años, encaró la enfermedad que finalmente no pudo vencer.
Así lo reiteraba en las últimas conversaciones con sus antiguos compañeros, y sobre todo amigos, de las FARC (Fuerzas Activas Revolucionarias Carlistas), escisión por la izquierda del carlismo antifranquista de profundo sentido social y contraria a la monarquía, que impulsó con su peculiar y personal entusiasmo.
Había comenzado su militancia en la AET (Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas), organizando en la Universidad de Oviedo una campaña contra los falangistas del SEU (Sindicato Español Universitario) y solidarizándose con sus correligionarios de Derecho que se enfrentaron en Madrid a las escuadras fascistas el año 1956, para, después, no dudar, como hicieron algunos jerarcas tradicionalistas de Asturias, en apoyar la gran huelga general de los mineros de 1962.
Ya como abogado, no dejaría de defender a obreros, estudiantes y vecinos de barrios marginales ante el TOP o Magistratura de Trabajo, asumiendo un decidido compromiso en las luchas obreras y por los más desfavorecidos que terminaría llevándole hasta las filas del PCE. De sus numerosos procesos, recordaba especialmente “el juicio del silencio”, en el que los cuarenta abogados defensores renunciaron a intervenir mientras aprovechaban la ocasión para denunciar el sistema jurídico franquista.
Quienes le conocimos, sabemos de su “busgosidad”, de su pasión por la magia del bosque asturiano, escrutando los rincones encantados de su “patria”, su entrega irreductible, capacidad analítica y un panteísmo militante que repelía protagonismos y vanaglorias: “el logro era fruto de todos”. Pese a ello, intervino de forma relevante y en periodos duros del franquismo para organizar la Asociación Democrática de Técnicos, la Plataforma Democrática del Colegio de Abogados y las Comisiones Obreras en el Ayuntamiento de Madrid.
En la capital de España llegó a asesorar legalmente al movimiento vecinal de siete distritos municipales desde un pequeño despacho que abrió en la barriada “Alegría”. De esta época, destaca la lucha por las “600 viviendas” en el barrio de San Pascual, cuyas mujeres se lanzaron a “tomar” el Ministerio de la Vivienda para acabar con el chabolismo y unas infraviviendas sin baños ni retretes.
Precisamente por su anterior militancia, facilitó los primeros contactos entre carlistas y comunistas durante los últimos años de la Dictadura, “compromiso histórico” que hizo posible crear la trascendental Junta Democrática, una colaboración que fue mucho más estrecha entre abogados de ambos partidos y que igualmente se extendió al Frente de Barrios, al que Luis pertenecía y con el que debía reunirse ese fatídico 24 de enero de 1977 en que esquivó por primera vez la muerte.