Macrogranjas

Hace unos días el secretario general del Partido Carlista Don José Lázaro Ibáñez, me comentó que había participado en un acto de repulsa de las macrogranjas.

El tema de las granjas de ganado siempre me ha interesado. Quizá sea consecuencia de los muchos años que fui abogado de una importante empresa del sector cárnico que contaba con varias granjas, tanto de ganado porcino, como ovino y bovino.

Parte importante de mi trabajo la desarrollé precisamente sobre la problemática que ofrecían las granjas, desde el punto de vista jurídico en los temas medioambientales y administrativos, también contractuales y contenciosos, lo que llevaba implícitamente al conocimiento o por lo menos de las nociones de temas técnicos y sanitarios.

He seguido en los medios de comunicación, opiniones y noticias sobre una granja sita en el término municipal de Caparroso, y también sobre el proyecto de la instalación de una granja de mucha mayor capacidad de Noviercas (provincia de Soria). Lo he hecho con preocupación por las consecuencias que la primera parece que ya está teniendo sobre el medio ambiente, y las que pudieran producirse en la proyectada si se hace realidad su construcción.

Desde mi experiencia personal sobre las granjas que he conocido, poco puedo señalar de las dedicadas a ganado ovino y bovino en materia medioambiental, ya que no eran muy grandes, y por contar los animales con suelo de paja seco, no estaban atados y podían moverse, y sus heces mezcladas con la paja del suelo producían un abono natural muy apreciado por los agricultores de la zona, que además lo obtenían gratuitamente. Con respecto al aspecto sanitario, tampoco en mis años de mi actividad con aquella empresa se produjeron problemas graves, ya que el servicio veterinario era muy bueno, y no conocí ninguna epidemia (mientras que tenía noticias de epidemias padecidas por otras granjas). No obstante, los veterinarios sí me contaban los problemas padecidos por otras granjas, por las distintas epidemias que habían sufrido, sus causas y sus consecuencias.

Con las granjas de ganado porcino la problemática era muy diferente. El impacto medioambiental era muy fuere, y la situación sanitaria muy diferente. Una de las causas por la que había que tener cuidado en ellas era el importante efecto contaminante de sus residuos. Aunque la mayoría de las granjas no sobrepasaban las dos mil cabezas de animales de cebo (alguna casi lo duplicaba), el problema de los purines (orina) producidos era cada vez mayor. Se buscaban soluciones, que al principio parecían sencillas, pero que el paso del tiempo demostró que eran totalmente inadecuadas, como era su utilización para el abonado de los campos mediante su riego, que si bien en un principio se llegaba a pensar que además de librarse del purín, se abonaban correctamente las tierras de labor, esto quedó en entredicho, ya que los terrenos agrícolas tenían una capacidad de absorción de los nutrientes sin depurar inicialmente, y los masivos riegos no producían el efecto deseado de enriquecer el terreno de nutrientes, y se podía llegar a la inutilización productiva del terreno durante un largo periodo de tiempo hasta que se produjese la absorción del purín y su nitrogenización en el suelo. Todo ello llevó a buscar otras soluciones, como era de la construcción de depuradoras. Fue una verdadera carrera de obstáculos. Muchas empresas de Ingeniería presentaban proyectos que eran válidos para otras actividades, pero que no daban ningún rendimiento en este problema (tengo la constancia de que en Andalucía se había llegado a la destrucción de los purines mediante su quema, que para compensar el alto costo de gasoil de los quemadores, se producía electricidad por la operación, que se llevaba al tendido eléctrico). En una granja, adquirida ya construida, y junto al cauce de un río truchero, existía una depuradora que no funcionaba, con el consabido riesgo que conllevaba que aguas abajo estaba instalada una piscifactoría que tomaba sus aguas el cauce. Se contactó con una empresa Suiza, a través de su representante en el Estado, que modificando ligeramente la depuradora existe, y mediante un tratamiento de los purines con bacterias seleccionadas al respecto, y mediante la digestión anaeróbica de los desechos, se llegaba finalmente a una depuración total de los vertidos (los fangos producidos en la depuradora, ya inertes de contaminación si se podían utilizar como abonado natural, careciendo hasta de olor). Me llegaron, cuando ya no estaba en la empresa citada, que había cambiado de propiedad, que la granja había sido vendida y cambiada de utilización.

Anteriormente he señalado la parte bonita del asunto, pero quedaba todavía la parte oscura, la que todavía en aquel momento no se tenía constancia del problema, y por lo tanto no se abordaba: la generación de gas metano en la depuradora. Me llegaban noticias de que los empleados de la granja, por la mañana, tenían la distracción de echar a la depuradora papeles ardiendo, y contemplar el estallido que su producía por la combustión del gas.

Todavía no existía la concienciación de que el gas metano era entre otros un elemento que contribuía al cambio climático del que hoy dia somos conscientes y sensibles al mismo, y entonces se trataba de aprovecharlo para su consumo energético. Con la empresa suiza se llegó a un acuerdo para la redacción de un proyecto de aprovechamiento energético del gas, y esto se tradujo en un importante proyecto, en el que intervinieron hasta dos Premios Nobel (les conocí en la reunión que se mantuvo con estas personalidades y como no, en la comida que siguió a la misma). Llegué a conocer en una granja ubicada en Saint Jean le Vieux, cerca de Saint Jean Pie de Port, la utilización del gas metano obtenido en su depuradora para producir electricidad. Por el alto costa del proyecto indicado, a pesar de contar con el apoyo de la Administración (Gobierno Vasco), no llegó a realizarse.

He hecho hincapié en la problemática de los vertidos, aunque sanitariamente los problemas económicos siempre han sido los mayores, estas instalaciones han sufrido epidemias devastadoras, como las pestes clásicas o la muy temida peste porcina.

Africana, que al parecer ya había sido erradicada, aunque según últimas noticias se están produciendo casos entre jabalíes de Italia.

Volviendo al tema de las macrogranjas, por un reportaje visto en televisión de la granja de Caparroso, parece que no se ha resuelto su tema de depuración de los residuos producidos, contaminando aguas, e incumpliendo toda normativa al respecto. Desconozco qué tecnología utilizan para depurar sus residuos, y qué pasa con el gas metano. No vale enterrar los residuos, tampoco esparcirlos como abono por el campo sin un tratamiento previo, siempre costoso, para el número de animales que cuenta la granja, ya que las escorrentías llevarán siempre la contaminación a los cursos de agua, y las filtraciones a contaminar los acuíferos subterráneos, como sucedió en Bretaña, que enterraban los residuos, hasta que comprobaron que habían contaminado los acuíferos.

No había hecho ninguna consideración sobre el aspecto sanitario de las nacrogranjas, donde millares de reses son estabuladas. Inicialmente es un error, ya que las condiciones de estancia en esas situaciones acortan la vida productiva útil de los animales y aumenta significativamente el riesgo de epidemias. Lógicamente los promotores de estos establecimientos aducen que tienen un servicio veterinario competente, que el ganado es que tratado sanitariamente con profesionalidad y esmero. No lo dudo, pero es sabido por todos los profesionales que el abuso de antibióticos conlleva una mayor resistencia de los elementos patógenos que terminan inmunizándose a la medicación que continuamente se les suministra bien mediante piensos medicalizados o por medicalización directa. Creo que algunos veterinarios podrán hablar de las muchas enfermedades a las que están expuestos tantos animales, y algunos se acordarán de haber visto la eliminación de todos los animales de una granja por haberse producido una epidemia (como recuerdo a granjas enteras tener que sacrificar a todas las reses vacunas por haberse producido un brote de tuberculosis).

Una situación como la señalada anteriormente, puede ser la ruina de estas macro- granjas. Y todo ello sin tener en cuenta la agresión al medio natural que producen, por contaminación, por estética y por ser lesivas a los intereses de los demás ganaderos y productores lácteos, y su contribución si no resuelven el tema del gas metano al calentamiento global.

Por último, señalar que la creación de estas macrogranjas no son la solución para evitar el país vaciado, como han señalado algunos defensores de las mismas, sino que contribuyen más al vacío, ya que pueden quitar los medios de vida entre los que se resisten a abandonar sus localidades y que llevan el peligro para la ganadería tradicional, sustento de muchos pueblos.

Juan José Garay Jaúregui