La sinceridad hay que agradecerla siempre
23/08/2010
Es el caso de las declaraciones de nuestro presidente, don Miguel Sanz, y de su sucesora en UPN, la señora Yolanda Barcina, a cuento del ofrecido y de momento negado acuerdo, pacto o coalición con UPyD de cara a las próximas elecciones.
Ha dicho don Miguel o así ha sido recogido por la prensa que «existe una gran coincidencia de objetivos ideológicos y políticos (de UPyD) con UPN». «Yo lo que les he dicho es que lo que tenían que hacer es integrarse en UPN», mientras su ex socio, el señor Cervera, ahora ya en la nómina del PP, con toda la retranca, le hacía ver que «UPyD es un partido antiforalista, de izquierdas y centralista», sabiendo como sabe el diputado que sus correligionarios y ex compañeros, el señor Sanz y la señora Barcina, son, por lo menos, tan centralistas como él mismo, y que aun perteneciendo a una derecha radical, llegado el caso, prefieren un Estado rosado que la reintegración foral plena y la autodeterminación democrática. La muestra la tenemos en el actual gobierno.
Y la verdad es que tras tanto navarrismo y alarde de banderas, tanta patrimonialización del gentilicio, del folklore y del escudo, resulta de agradecer que como hizo Aznar con el catalán, al final don Miguel también haya tenido el detalle de confesar sus convicciones más íntimas, que nos explican con toda claridad su hasta ahora incomprensible posición hacia nuestra primera lengua autóctona, el euskara; hacia la histórica pluralidad navarra de Euskal Herria; hacia la fraternal reintegración foral de las 4 hermanas que aunque mal planteada, por algo la tuvieron que hacer figurar entre nuestros posibles derechos los que tienen como palabra revelada, la sagrada, indivisible, inalterable y eterna unidad del Estado de la Pepa, frente a la histórica y tradicional pluralidad, foralidad/confederalidad de las Españas.
Y ¿qué dicen a todo esto los afiliados de UPN? Sabemos que quien calla otorga y, aunque todo el mundo tiene el legítimo derecho a evolucionar o cambiar sus creencias y postulados, siempre que lo razone y lo haga con claridad, sin engañarse ni pretender engañar a nadie, la verdad es que cambios tan radicales como el planteado ahora por los máximos dirigentes de UPN, parece que debieran implicar, en mi opinión, un cambio en los principios estatutarios, en los símbolos y quién dice que si hasta en el nombre, para reflejar mejor los nuevos postulados. Nombre que podría ser Unión del Pueblo Español, en Navarra, que de paso reflejaría con mayor exactitud la realidad legal, pues según -el Amejoramiento- somos navarros los españoles domiciliados en los municipios navarros. Al revés de cómo natural y tradicionalmente siempre había sido, pues uno como hijo de sus padres forma parte de una familia, ésta de una barriada, municipio, merindad y comunidad o nación, caso de Navarra y por ello integrado, formando parte, de unas comunidades más amplias como pueden ser España, Iberia o la UE. Pues no, aquí por decreto ley se es nieto antes que hijo, y para poder ser navarro le hacen a uno ser antes español por la gracia de Dios, aunque no pueda haber hijo de vecino que lo entienda. Navarra y el resto de pueblos de las Españas existían como Estados mucho antes de 1812, que es cuando oficialmente crean la nacionalidad española las irregulares Cortes de Cádiz; y los navarros fuimos navarros de nación, de condición civil navarros, legalmente, por lo menos hasta 1839.
Patxi Ventura
Militante de EKA (Partido Carlista de Euskal Herria)