[Ideología] Apuntes sobre Federalismo (1993)

Fragmentos del folleto Apuntes sobre Federalismo, publicado por el Partit Carlista del País Valencià (PCPV) en 1993.

El Federalismo. (pp. 4-5)

El Federalismo no es otra cosa que la unión libre y pactada de, al menos, dos comunidades soberanas, conservando cada una de ellas, no obstante, su personalidad propia.

Otra definición que, igualmente podríamos aceptar, es que el Federalismo es el sistema por el que dos o más comunidades, haciendo uso del derecho a la autodeterminación, se asocian voluntaria y libremente, subordinándose al conjunto federal para todos los fines que les sean comunes, pero conservando su propia autonomía en aquello que les es propio.

Por sus propias definiciones se ve claramente que el sistema federal es indiferente a las formas de gobierno, sea ésta república o monarquía, no existiendo contradicción alguna entre sistema federal y cualquier otro de los sistemas de gobierno tradicionales.

Es absolutamente imprescindible para el sistema federal, el que haya una libre voluntad de las diferentes comunidades para federarse, situación a la que llegan mediante un pacto, que será libre y voluntario.

Entre comunidades, sean éstas de cualquier nivel, verdaderamente libres, no cabe otra cosa que el Pacto Federal -repito una vez más- libre y voluntario.

Las nacionalidades, como comunidades libres que son, que quieran unirse en federación, que quieran federarse para aquellos fines que les sean comunes, lo harán bajo las condiciones que ellas mismas estipulen en el Pacto Federal -siempre libre y voluntario- y este Pacto será la Gran Ley por la que se regirán las diferentes comunidades federadas.

La no-existencia de este Pacto puede producir una descentralización administrativa más o menos acentuada, pero de ninguna de las maneras podemos calificar de Federación su resultado.

La falta de condiciones de libertad y voluntad previas, en el Pacto, se oponen frontalmente al propio espíritu federalista. La no-existencia de este Pacto o la negación de su valor, es negar a las diferentes comunidades su propia libertad, negando al mismo tiempo la igualdad necesaria que debe existir entre ellas.

Imponer una federación desde poderes superiores va contra la propia definición del Federalismo, rompiéndose la armonía que debe haber entre los cuatro pasos fundamentales para llegar a una federación: Libertad, Autodeterminación, Pacto y Federación.

Temer que, por necesidades de la existencia del Pacto voluntario, se pueda generar el espíritu secesionista de las distintas comunidades, al poder éstas aprovechar el momento de encontrarse libres de un poder central y el hacer, de forma soberana, uso del derecho de autodeterminación con las otras comunidades, es temer a la libertad y tener el convencimiento de que la actual unión sea debida exclusivamente a la fuerza, cosa ésta que la propia historia rechaza, por cuanto en diversas circunstancias, muy especiales, han actuado con total autonomía y posteriormente, pasadas estas circunstancias especiales, sin esfuerzos de ninguna clase, han vuelto a unirse de manera totalmente voluntaria. Ya Pi y Margall, en el siglo pasado, decía: “Si las naciones no tuvieran otra fuerza de cohesión que la política, después de las graves sacudidas por las que han pasado, solamente en lo que va de siglo, estarían ya todas deshechas. Resisten y viven porque las sujetan vínculos cien veces más fuertes.”

Además, habrá que preguntarse: ¿Es licito el mantenimiento de una unidad a la fuerza, haciendo caso omiso al derecho de que todos los pueblos tienen de, después de asumir su pasado, determinar su presente y su futuro inmediato?

El Estado Federal y el Estado de las Autonomías. (pp. 19-21)

Hay quien cree que el tan traído y llevado Estado de las Autonomías puede confundirse con el tan deseado por nosotros Estado Federal. Este Estado de las Autonomías propiciado por la mayoría de los partidos políticos tiene un origen centralista y ese, digamos, pecado de origen no puede abandonarlo.

En la formación del Estado de las Autonomías se ha partido de la base de la existencia de un Estado Central, con plena autoridad sobre las diferentes regiones o nacionalidades.

Este Estado Central soberano va otorgando graciosamente atribuciones a las regiones o nacionalidades, pero reteniendo al mismo tiempo aquellas otras atribuciones que puedan despojarlo en su poder.

O sea, que el Estado de las Autonomías está formado por la voluntad de un ente de nivel superior, el propio Estado que va cediendo competencias a los entes de nivel inferior como comunidades regionales o nacionalidades. (…)

Por muchas competencias que se otorguen a las diferentes comunidades o nacionalidades, incluso siendo de forma total, cosa que dudamos suceda algún día, es imposible que se pueda confundir el Estado de las Autonomías con el Estado Federal.

Y es imposible confundir el Estado de las Autonomías con el Estado Federal porque, como ya hemos visto, el Estado de las Autonomías nace por obra y gracia del propio Estado Central, y en cambio el Estado Federal debe nacer por obra y gracia de las diferentes comunidades o nacionalidades, las cuales pactan la creación de un Estado o ente superior al que otorgan las competencias que figuren en el Pacto Federal. (…)

De ninguna de las maneras admitimos que un Estado Federal pueda constituirse de arriba a abajo. Si así lo hiciéramos, estaríamos renegando del propio Federalismo. (…)

Este Estado Federal es el conformado y creado por el acuerdo libre y voluntario que hemos denominado Pacto. Y es en este Pacto, libre y voluntario, donde se especifican las competencias que las diferentes comunidades territoriales otorgan al Estado Federal.

Toda esta exposición no es, ni más ni menos, que la aplicación de uno de los principios fundamentales del Federalismo, el que conocemos como Principio de Subsidiaridad.

Hasta aquí hemos visto la diferencia, mejor diríamos, el abismo existente entre el Estado Federal y el Estado de las Autonomías.

Los que lanzan sus anatemas en contra del Federalismo lo hacen por miedo de perder su poder, ya que éste quedaría enormemente repartido con amplia participación. Las fuerzas que ostentan el poder no consienten de ninguna manera en perderlo o reducirlo. Por ello su enemistad con el sistema federal.