[Historia] Mensaje de Carlos Hugo de Borbón-Parma con motivo del acto de Montejurra de 1974

Mensaje de Carlos Hugo de Borbón-Parma con motivo del acto anual de Montejurra en 1974.

NUESTRO PROYECTO DE SOCIEDAD: AUTOGESTIÓN GLOBAL Y SOBERANÍA SOCIAL

Nos encontramos en un momento histórico, en que todas las fuerzas socialistas y revolucionarias, estamos creando en España una dinámica de libertad, que hará posible un futuro democrático, una vez que desaparezca la dictadura que nos oprime. Dentro de estas fuerzas, el Carlismo representa una opción socialista peculiar.

La opción socialista del Carlismo es la de un socialismo en libertad. Y el socialismo en libertad, supone la gestión democrática de la sociedad. Supone, en primer lugar, por supuesto, la libertad de los partidos políticos, las libertades locales y regionales, y las libertades económicas y sindicales. El socialismo en libertad, supone además, una concepción de autogestión global de toda la sociedad.

Nuestro planteamiento político se contrapone a las concepciones capitalistas dictatoriales, a las democracias formales y al socialismo de estado, porque busca, en una intensa participación, liberar la capacidad creadora del hombre y de las comunidades; porque pretende acercarse a una democracia más real, es decir a una gestión democrática de la sociedad que permita, a la vez, alcanzar la libertad económica, la libertad de los pueblos, la libertad ideológica.

LA LIBERTAD ECONÓMICA

La autogestión de la economía es la condición de la libertad económica. La autogestión de la economía supone, no solo la gestión democrática en el seno de la empresa, sino además la autogestión de la planificación económica global, es decir, de todo el sistema productivo. Sirve, en efecto, de poco, pensar en la gestión democrática a nivel de empresa, si la economía en su conjunto, escapa al control de los trabajadores, si la orientación global de los medios de producción no está en sus manos. Tampoco sirve una planificación centralizada a nivel de estado, si esta planificación y su realización a nivel regional o local, se hace al margen de los trabajadores, transformándoles otra vez en simples asalariados del estado, en simples instrumentos de producción.

Por todo ello, proponemos la gestión democrática de la empresa por los trabajadores, pero dentro del marco fijado por una planificación de la economía.

Para que la gestión democrática de la planificación de la economía esté en manos de los trabajadores, proponemos que el sindicato sea el instrumento que permita realizar las propuestas de la planificación. Así, las Cámaras que integran a nivel de Estado federal las representaciones de los sindicatos, de los partidos políticos y de las regiones, podrán discutir y aprobar unas propuestas que desde su origen ya llevan el sello del mundo del trabajo. Así podemos realizar una sociedad basada en el trabajo. Así podemos pasar del capitalismo al socialismo y alcanzar la sociedad que queremos.

Queremos invertir el orden actual de los factores. Que no estén los trabajadores al servicio del capital, sino el capital al servicio de los trabajadores. Queremos sustituir el poder del capital en la empresa por un poder obrero. Queremos sustituir la dictadura capitalista por una democracia del trabajo. Queremos sustituir la lógica del beneficio por la lógica del servicio. Esta es la democracia económica, esta es la libertad económica.

LAS LIBERTADES IDEOLÓGICAS

La autogestión política es la democracia real. La autogestión política supone no solamente la libertad para todos los partidos, sino también la responsabilización pública de los mismos y de sus miembros.

La autogestión política representa una democracia real, porque supone responsabilizar totalmente al militante dentro de su mismo partido y así comprometer totalmente al pueblo de cara a opciones ideológicas. Supone una estructura de partidos populares o de masas que haga posible la responsabilidad del afiliado frente a su partido y del partido frente a la sociedad entera y evite así caer en una fórmula de democracia formal o ficticia.

En efecto, los partidos políticos de la mayoría de los países de democracia formal, tienden a transformarse en grandes maquinarias electorales. En instrumentos para asegurar la elecciones de los notables representantes del mismo. En instrumentos de control de la opinión pública. Pero no son hoy instrumentos reales de participación, porque ofrecen el derecho a elegir los representantes, pero no a participar activamente en la cosa pública. Hay solamente delegación del poder, no hay simultáneamente participación en el poder.

Nosotros proponemos, al contrario, una estructura de partidos populares de masas que supone el compromiso de los miembros del partido, de forma que el elector tenga que considerarse públicamente como responsable de las propuestas de su partido. De forma que el elector no pueda, después de emitir su voto, despreocuparse o desentenderse de las opciones de su partido. De forma que el partido político sea una comunidad política que busque primeramente promocionar al pueblo y no a sus candidatos. Que busque, por lo tanto, militantes y no simples votos. Que busque transformar el voto irresponsable, en voto comprometido que comprometa al elector con las opciones de su partido.

Así, como escuela política y autentica expresión de una autogestión popular, el partito de masas será origen de gran riqueza creativa por la participación de todos los militantes. Así, responsable de cara a su partido, el militante se sentirá responsable de cara a toda la sociedad. Así también la competencia entre partidos de participación tan real, aportara más dinamismo y más autenticidad al conjunto del desarrollo del país.

La autogestión política es la libertad política y es proporcional a la responsabilidad, tanto personal de los afiliados como comunitaria de cada partido popular de masas.

LAS LIBERTADES DE LOS PUEBLOS

La autogestión de los países o pueblos que constituyen España es lo que el Carlismo ha defendido siempre bajo el vocablo de libertad foral. Principio foral que es defensa de la naturaleza comunitaria de la vida del hombre en sociedad. Pero, para que hay comunidad en un municipio o en un país, hace falta que exista una autonomía, es decir, una responsabilidad específica de la comunidad correspondiente, hace falta que haya autogestión a estos niveles específicos de responsabilidad.

Los países europeos oscilan entre el egoísmo localista que impide la unión y la tendencia centralista que impide el desarrollo de la personalidad de los pueblos. Oscila nuestra sociedad occidental entre el egoísmo general y el egoísmo local. Se presenta alternativamente la unidad europea, la independencia nacional o el separatismo regional como condición de mejora egoísta de la situación de cada ciudadano. No como condición de solidaridad para el bien de los pueblos más necesitados. Se propone, como ideal, el egoísmo individual, local y nacional o supra-nacional. No la solidaridad. La meta solidaria solamente es alcanzable al ciudadano cuando se sabe miembro de una comunidad local, laboral o política. Es decir, cuando existe en la base social, unos fueros correspondientes a esta comunidad. Para romper esta dialéctica egoísta, localista o centralista, de la sociedad occidental actual, proponemos unas estructuras de libertades y participación comunitarias, escalonadas desde el municipio a la federación nacional, o internacional, partiendo de las comunidades más próximas al hombre, que permita al ciudadano adquirir este sentido comunitario y permitirá luego proyectarlo sobre las comunidades superiores.

Nuestra concepción de la autogestión de los pueblos es esencialmente un modo de estructurar la sociedad de abajo arriba, federativa de libertades, es decir, de responsabilidades comunitarias. Así podremos realizar una sólida sociedad entre los hombres, las comunidades y los pueblos, porque no tendrá como base el egoísmo sino la solidaridad.

ESTADO

El Estado Socialista de Autogestión no es otro que este que renuncia a ser el único representante de los ciudadanos y renuncia a administrar los ciudadanos y las comunidades humanas, como si fueran simples sujetos del Estado. Al contrario, el Estado tiene que ser la expresión de la comunidad de otras comunidades, ser el instrumento de autogestión global inter-comunitaria.

Mientras los Estados modernos tienden a considerarse como los únicos administradores de los ciudadanos y tienden a monopolizar todas las decisiones en la cumbre y aplicarlas luego a la sociedad por una burocracia impersonal, nosotros queremos invertir el proceso por una revolución social, económica, regional y política, que cree entre los hombres y el Estado una relación eficaz, porque utiliza unos canales comunitarios. Queremos evitar la actual atomización de las voluntades individuales, impotentes, frente al Estado, y permitir transformar estas voluntades individuales en voluntades comunitarias capaces de actuar sobre el Estado y por tanto de crear una relación democrática entre el ciudadano y el poder. Queremos por la autogestión de la empresa de la planificación democrática a través del sindicato crear unas bases comunitarias que permitan democratizar nuestra convivencia de comunidad. Queremos por la autogestión política crear unas bases comunitarias de participación del ciudadano en las orientaciones ideológicas y permitir la gestión del poder por el pueblo.

Y si el Carlismo defiende una Monarquía Socialista, es como instrumento político que garantice desde el principio, y como condición de libertad, una igualdad de oportunidad entre las comunidades, instrumento que permita evitar el dominio de las comunidades más potentes o privilegiadas, e instrumento que por el Pacto con el Pueblo, sea un poder político arbitral y haga posible la realización de esta concepción de un socialismo democrático y pluralista.

La autogestión global es nuestra concepción de la participación de la democracia real. Será un día en el conjunto de Europa el fenómeno explosivo, extraordinariamente positivo y esperanzador, para la sociedad que el mundo necesita. Concepción a la vez universal, española y carlista. Universal porque responde a un llamamiento de toda la sociedad moderna. Española porque la realizaremos en nuestra Patria. Carlista porque nuestra tesis actual es la pura consecuencia lógica de nuestras raíces populares cristianas y socialistas. Es la evolución de nuestra opción carlista histórica: soberanía social totalmente asumida por el pueblo.