[Historia] El Movimiento Obrero Tradicionalista (1963-1969)
Trabajo de Javier Cubero publicado en Estat carlista: tradició i furs. II Simposi d’Història del Carlisme, Centre d’Estudis d’Avià, 2014, pp. 207-221.
Resumen:
Aproximación histórica al Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT), organización sectorial de la Comunión Tradicionalista que jugó un papel muy activo en el proceso de modernización ideológica del movimiento carlista durante los años 1960. Desde una interpretación cada vez más radicalizada de la Doctrina Social de la Iglesia el MOT desarrolló un discurso socializante y abiertamente anticapitalista, al mismo tiempo que su militancia iba implicándose en las Comisiones Obreras.
1. Introducción
El Movimiento ObreroTradicionalista (MOT) fue una organización que, junto con la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET), jugó un papel imprescindible en el proceso de renovación generacional e ideológica del Carlismo durante la década de 1960. Sin embargo no ha recibido apenas atención por la mayoría de los historiadores, incluso por muchos de los que centraron sus investigaciones en la temática carlista. La única gran excepción en ese sentido es la obra Estudiantes y obreros carlistas durante la dictadura franquista. La AET, el MOT y la FOS, de Josep Miralles Climent. Por eso la realización de cualquier estudio que aborde la experiencia histórica de esta organización ha de fundamentarse casi exclusivamente en la prensa y en la documentación interna.
La creación del MOT hay que contextualizarla dentro de las profundas transformaciones económicas, políticas, culturales y hasta religiosas que sufrió la sociedad española durante la década de 1960, tras superar una terrible posguerra marcada por la escasez y la autarquía económica. El plan de Estabilización de 1959 supuso un cambio radical en la orientación de la economía española de la mano de los tecnócratas del Opus Dei. El mercado español fue abierto a los capitales extranjeros, ansiosos de mano de obra barata, produciéndose un espectacular desarrollo económico, el cual se sustentó en una tremenda explotación de los trabajadores: una generalizada practica de horas extraordinarias, jornadas laborales de entre 48 y 59 horas semanales, y sueldos muy reducidos. Toda esta explotación fue paralela a una impresionante emigración del campo a las ciudades, en las cuales los recién llegados se instalaban en barriadas carentes de equipamientos e infraestructuras. Este nuevo proletariado empezó a identificar la explotación capitalista y la opresión política como dos caras de la misma moneda, ya que el régimen franquista consideraba cualquier tipo de movilización obrera como una sedición, por lo que recurría a la imposición de la jurisdicción militar y a la militarización de los sectores en conflicto. Se produce entonces el despertar de un nuevo movimiento obrero, que no constituye una prolongación de las organizaciones de izquierda de la década de 1930 (de las cuales, la única que sobrevivió y se adaptó con éxito al nuevo escenario político fue el Partido Comunista de España).
Durante estos años se dará también una profunda renovación cultural que desestabiliza los fundamentos ideológicos de la dictadura. El Concilio Vaticano II y el aggiornamiento del mundo católico tendrán un impacto especialmente fuerte en la sociedad española, favoreciendo un enfrentamiento público entre el franquismo y buena parte de la Iglesia. Un régimen que hasta entonces se había legitimado mediante el recurso a la religión católica, ahora se encontraba con un clero que se desmarcaba de él y denunciaba la ausencia de cualquier valor o principio cristiano en sus políticas, mientras que los movimientos de la Acción Católica se comprometían con las reivindicaciones sociales y laborales del proletariado. Incluso desde ámbitos eclesiásticos se planteaba la necesidad de un dialogo entre el cristianismo y el marxismo. Pero no era únicamente la Iglesia la que se distanciaba de la dictadura: las Universidades se convirtieron en focos de la oposición democrática, la intelectualidad adoptó cuando menos una posición claramente crítica y una fracción de la burguesía empezó a considerar al franquismo como un obstáculo a superar en el camino de la integración europea del mercado español. Además en Cataluña y en otros territorios periféricos del Estado empezaron a surgir movimientos que planteaban reivindicaciones autonomistas cuestionando el modelo identitario de españolidad castellocéntrica del régimen.
Por entonces el Carlismo constituía un movimiento especialmente contradictorio. Los carlistas eran los derrotados políticamente en el campo de los vencedores militares de la Guerra Civil de 1936-1939. Aunque la dictadura había absorbido gran parte de su folclore identitario sin embargo rechazó su programa político, por lo cual los carlistas adoptaron una posición crítica con el franquismo, oponiéndose al partido único de tipo fascista del Decreto de Unificación de 1937 y situándose fuera de la legalidad. Pero con el paso del tiempo la Comunión Tradicionalista, el partido político del Carlismo, fue presentando síntomas de agotamiento. Al inicio de los años 1960 el aparato político de la Comunión Tradicionalista era controlado por unos cuadros dirigentes mayoritariamente integristas que mantenían una línea de actuación alejada de las nuevas realidades sociales que emergían en el Estado español, mientras que las bases sociales del Carlismo se encontraban totalmente desencantadas, sintiéndose engañadas y utilizadas en una guerra civil de la cual había surgido un régimen que era la antitesis de sus postulados social-católicos, regionalistas y monárquicos. Esta situación indignaba y preocupaba enormemente a muchos militantes, especialmente a jóvenes carlistas que eran conscientes de la profunda crisis que sufría su movimiento pero que creían en su capacidad para canalizar nuevamente reivindicaciones y luchas populares, si se procedía a su necesaria modernización. Muchos de estos militantes estaban aglutinados en torno a la AET y a los Círculos Culturales carlistas (asociaciones legales que el régimen toleraba y que llevaban el nombre de algún difunto político tradicionalista), organizaciones que como consecuencia de la tradicional estructura descentralizada del Carlismo disponían de una amplia autonomía respecto a la burocracia integrista de la Comunión Tradicionalista.
En un documento interno de la época[1] la situación era analizada realizándose una autocrítica muy poco corriente: se admitía que los carlistas «estamos anclados tanto en la acción como en la doctrina, bastante antes de 1936», afirmándose que «esta fecha y sus proximidades fueron de excepción, un paréntesis en la vida histórica del Carlismo» pero que como consecuencia de la persecución franquista y de la división interna «nuestras fuerzas tuvieron que replegarse», produciéndose así la paralización del desarrollo normal del movimiento ya que «al no haber evolución, seguimos con las formas de excepción (…) no marchamos al compás de los tiempos, con su mentalidad, con sus necesidades, sin embargo seguimos siendo algo en la vida nacional, el Carlismo sigue con capacidad de reaccionar, de emprender de nuevo el camino» y para eso «hemos de dar el salto y partir del hoy, de su realidad». Precisamente para llevar a cabo ese salto mencionado se procedería a la fundación del MOT.
2. El nacimiento del MOT: la JOT y Vanguardia Obrera Tradicionalista
En relación a los primeros pasos del MOT el investigador neointegrista Manuel de Santa Cruz señala que «de una manera desordenada e informal, casi silvestre, pero rapidísamente, aparecieron en 1962 y 1963 indicios de una nueva actividad, el Movimiento Obrero Tradicionalista (…) no nació de repente y de manera controlada en el seno del organigrama de la Comunión Tradicionalista, sino oscuramente»[2].
El MOT tuvo su origen en un acto de «hermandad obrera» organizado por jóvenes carlistas, el 26 de julio de 1963, en el Circulo Cultural carlista de Murcia. En ese acto se decidió crear una organización con la finalidad de lograr «la redención del trabajo y su dignificación»[3], que fue llamada Juventud Obrera Tradicionalista (JOT). La nueva organización se extendió rápidamente a otras zonas. Así en octubre se había implantado ya en diversas localidades del territorio murciano, en la ciudad alicantina de Orihuela y en Zaragoza. En esta última ciudad existía una juventud carlista muy inquieta, y en su Círculo Cultural el 25 de diciembre ya se organiza otro acto de «hermandad obrera». En octubre también saldría el primer número del órgano de expresión de la JOT llamado primero Vanguardia Obrera, y a partir del número 2, Vanguardia Obrera Tradicionalista.
Para no reducir las posibilidades de captación militante únicamente a la juventud, la JOT fue transformada en Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT). En una carta-circular de la Delegación de Prensa y Propaganda de la JOT de Murcia del 15 de octubre se informaba del nacimiento del MOT en esta ciudad y se explicaba que:
Este movimiento obrero de la Comunión Tradicionalista quiere ser, dentro de la interpretación católica sobre la cuestión social, el germen de un nuevo y renovador impulso en el Carlismo, para su proyección en el campo del trabajo. Así como la C.T. tiene ya ciertos movimientos especializados, éste, de creación espontánea de un grupo de militantes, pretende ser, y será, la expresión aplicada de las preocupaciones carlistas en el mundo laboral, en el que siempre estuvimos presentes.
El nacimiento del MOT fue muy bien acogido en el carlismo murciano. De hecho un representante suyo fue incorporado a la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista de Murcia.
El MOT supuso la existencia de una organización específica de obreros dentro del Carlismo a nivel estatal pero con autonomía respecto a la dirección de la Comunión Tradicionalista, lo cual permitió el inicio de una gradual evolución ideológica. Así volvió a plantearse algo que hacia bastante tiempo que había desaparecido de los documentos oficiales del Carlismo: la transformación social. Esta evolución será posible en gran medida gracias a la renovación de la Iglesia Católica y al auge de los movimientos cristianos progresistas en esta época.
La base organizativa del MOT era la célula, formada por un mínimo de tres miembros y un máximo de ocho miembros, en la cual existían tres cargos internos imprescindibles: Responsable, Tesorero y Viceresponsable. La finalidad de la célula era formar militantes y organizarlos eficazmente para influir políticamente en los ambientes obreros. Cinco células formaban un Sector, y cinco sectores un Distrito. Por encima de los Responsables de Distrito estaban las Delegaciones Provinciales, las Delegaciones Regionales y por ultimo la Responsabilía Nacional, para la cual fue elegido el joven murciano Manuel Pérez de Lema en un acto celebrado en Madrid el 8 de diciembre de 1963. Posteriormente todas las Responsabilías fueron denominadas Delegaciones, y además se crearon unas Delegaciones Interregionales del Norte y del Sur. En cada nivel, junto con el Delegado existía un Consejo.
La revista con la que contó el MOT hasta enero de 1965 fue Vanguardia Obrera Tradicionalista, que se editaba en Murcia, y que desde su primer número tuvo una clara voluntad de actualización ideológica, afirmando en su editorial que: «Nosotros no entendemos las ideas, por muy nobles y sanas que sean, fuera de la realidad en la que nos movemos. Toda postura, si no responde a las exigencias de la vida, es estéril (…) Por eso la lucha obrera es una realización sobre lo concreto, sobre el problema. De él se ha de sacar la respuesta precisa, la enseñanza justa». El número 3 de Vanguardia Obrera Tradicionalista será un número de gran radicalidad ideológica, con un editorial que llamaba a la autoorganización de los trabajadores: «Sólo los ingenuos pueden creer que la justicia a los obreros puede venir de fuera. O viene de nosotros o no vendrá». En este número se critica tanto a «los sectores burgueses que se dicen cristianos» y que repiten que «la lucha de clases es mala y esta condenada por la Iglesia», cuando «la lucha de clases no la inician los trabajadores» sino la oligarquía que los oprime, de manera que los obreros únicamente «reclaman lo que es suyo», como a los partidos social-demócratas europeos que han «aburguesado» el obrero europeo, el cual «ha renunciado a desmontar el capitalismo» a cambio de las «migajas que caen de la mesa capitalista», recordando que «el coche y el frigorífico del obrero europeo, cómplice del capitalismo, es fruto del sudor, del hambre y la miseria de africanos, asiáticos o iberoamericanos». Los artículos de Vanguardia Obrera Tradicionalista trataban sobre temática dinástica (reproducen la despedida del príncipe Don Carlos Hugo de Borbón Parma a los mineros asturianos con los que trabajó en El Sotón), historia del carlismo (que es revisada incidiendo en sus aspectos sociales), cuestiones laborales y sociales (reforma de la seguridad social, salarios mínimos), pensamiento social-católico, noticias de la Comunión Tradicionalista y de la Acción Católica Obrera (Visita al Estado español de Monseñor Cardijin, fundador de la Juventud Obrera Católica) y denuncia de las injusticias sociales (se protesta por el hecho de que algunos obreros cuando abandonan sus empresas y exigen a sus empresarios que les paguen el salario que les adeudan, estos les amenazan diciéndoles que sí les presionan estarían fichados en todas las empresas a donde fueran). Desde Vanguardia Obrera Tradicionalista también se va intentar atraer al Carlismo a los activistas de la Acción Católica Obrera (HOAC, JOC, etc.), por lo que se invitaba a acercarse a «los obreros influidos por la doctrina social-cristiana, que deseen llevar a la vida social sus conclusiones doctrinales».
El MOT tuvo un gran éxito entre los núcleos obreros carlistas, por lo que el 1 de febrero de 1964 se organizó en Zaragoza el I Congreso Interregional del Norte del MOT, que después fue denominado como I Congreso Nacional del MOT. En esa reunión se puntualizaron las posiciones del MOT ante los problemas sociales y se hizo un estudio sobre las consecuencias económicas del Plan de Desarrollo del Gobierno. El día 2 se celebraría un acto de «afirmación obrera» en el Circulo Cultural carlista de Zaragoza, en el cual Pérez de Lema disertó sobre la necesidad de liberar al pueblo de tutelas paternalistas para lograr la transformación de la sociedad.
En marzo de 1964 el MOT ya se había introducido en distintos territorios (País Vasco-navarro, Aragón, Cataluña, País Valenciano, las dos Castillas, y Andalucía), de manera que el día 22 de ese mes en un encuentro de sus dirigentes en Madrid fue creado su Consejo Nacional, que tendría como primer objetivo la actualización de la doctrina carlista. También fue aprobado un importante Manifiesto para el Primero de Mayo y se encargó al Consejo Regional de Aragón de la preparación de unos materiales formativos para la militancia.
En la provincia de Alicante fue especialmente significativa la extensión del MOT, que desarrolló varios núcleos en Elda, Alcoy, Alicante y Orihuela. A esta última población se trasladó Pérez de Lema el 25 de abril para dar una charla-coloquio.
El Primero de Mayo de 1964 el MOT publicó un Manifiesto a los Hombres del Trabajo, que supuso un punto de ruptura con el discurso político imperante hasta entonces en el Carlismo. En este Manifiesto se afirmaba que había llegado la hora de la liberación de la clase trabajadora, con el fin de la explotación capitalista, pero que la necesaria refundación de la sociedad solamente podría realizarse por dos vías: «marxista o cristiana». El documento continúa impugnando el nacionalismo, así como aquellos internacionalismos que exijan renunciar a la idea de Patria pues eso supone «morir como pueblo». Frente al socialismo de estado, que ha perdido «la noción del hombre como persona humana», y el capitalismo individualista, que es descalificado como el «símbolo de la opresión y la tiranía, del egoísmo y la ambición», el MOT se declaraba partidario de un régimen socializante inspirado en el humanismo cristiano y en las tradiciones comunitarias de los pueblos hispanos. En el modelo de sociedad que proponía el MOT la gestión y distribución de la riqueza sería ejercida por los órganos políticos de autonomía municipal y regional, y por los sindicatos, siendo reducida la misión del Estado central a la de una simple tutela. Para que esta socialización de la riqueza fuera posible era reivindicaba una autentica democratización del Estado y de la sociedad, rechazándose la mayor parte de los parlamentarismos contemporáneos por ser un engaño de la oligarquía capitalista que desemboca en la demagogia. Para el MOT no sería suficiente con la representación popular en las Cortes, una verdadera democracia debería basarse según su criterio en una activa participación ciudadana en el municipio, en el sindicato, y en el beneficio de la empresa, en el marco de una sociedad constituida federativamente de abajo a arriba. Finalmente el manifiesto llamaba a los obreros a la unidad y a la lucha.
3. La consolidación del MOT
A pesar del malestar de los sectores más conservadores del Carlismo, la dirección estatal de la Comunión Tradicionalista aceptó el MOT como organización oficial del movimiento. Durante los días 18 y 19 de julio se celebró en Madrid un II Congreso Nacional del MOT, al cual acudió un centenar de delgados. En su clausura intervino el Secretario Nacional de la AET, que leyó la Declaración del Congreso y expresó el apoyo de los universitarios carlistas a la línea del MOT. Desde la AET se apoyaba fuertemente la extensión del MOT, y de hecho muchos militantes de la AET, que trabajaban a la vez que estudiaban, pasaron a militar en el MOT ayudando a crearlo en más de un lugar. En las revistas de la AET se reproducían artículos de las del MOT y viceversa. La Declaración del II Congreso Nacional del MOT reclamaba una reforma de la Organización Sindical exigiendo su democratización, su independencia del Estado, una autonomía económica para asegurar su libertad de actuación, y que representase exclusivamente intereses profesionales. Pérez de Lema en su discurso de clausura afirmó que los obreros carlistas creen en «el mensaje de rebeldía e inquietud que Cristo trajo al mundo con su doctrina no solo escatológica o final sino también social», y concluyó pidiendo a los militantes que no se dejaran atemorizar por la represión franquista en la lucha por «revolución social».
Después del Congreso se iniciaron unos Cursillos de Formación Social-Política, en cuyo temario partiendo de una base religiosa se rechazaba la explotación del hombre por el hombre porque rompía el plan de Dios respecto a los hombres, al negar su hermandad dividiéndolos en opresores y oprimidos, y al privar al trabajo de su elemento dignificador del hombre. Desarrollando las ideas del Manifiesto del Primero de Mayo de 1964 se defendía la «Socialización» postulada por la doctrina social-católica de la época como una alternativa de sociedad al neocapitalismo liberal y al comunismo soviético. En la sociedad capitalista la economía gira alrededor del consumismo, realmente solo existe una «apariencia de democracia» pues la participación popular se reduce a depositar un voto cada equis años y los grupos oligárquicos de presión «controlan la política, la economía, la prensa»; mientras que en la experiencia soviética se ha desarrollado un «capitalismo de estado» («Las bases del capitalismo siguen pie; el único capitalista, el único patrón es ahora el Estado»), de manera que la dictadura del proletariado ha resultado ser «un régimen totalitario en el que todas las libertades fundamentales del hombre están encadenadas», mientras que un partido único comunista después de destruir a la anterior oligarquía, heredera y aumenta sus privilegios. La «Socialización» alternativa consistiría en un «cooperativismo de producción y consumo», que implicaría la «participación de los trabajadores en la propiedad y gestión de su empresa» y la «de los consumidores en la gestión del comercio» en el contexto de una economía planificada por los Sindicatos. Esta estructura socio-económica estaría integrada en una democracia federal organizada según el principio de Subsidiaridad, en la cual «las decisiones de gobierno son tomadas por aquellos a quienes afecta, cada una en su esfera» y los «ciudadanos participan en la gestión de la casa pública a través de las instituciones que ellos mismos controlan y forman»: sindicatos, municipios, universidades, etc. Por último el Sindicalismo era definido como «el arma con que cuenta la familia obrera para realizar su revolución social».
En noviembre, en un nuevo Manifiesto a los obreros españoles, el MOT se definía como «un grupo de obreros que se han soltado la mordaza» y reivindicaba las libertades de asociación y expresión.
Con motivo de la visita a Cataluña, en noviembre, de D. Carlos Hugo y su esposa, la princesa Irene de Holanda, en la cual visitaron diversos pueblos y centros de trabajo, el MOT aprovechó la ocasión para presentar a D. Carlos Hugo como el Príncipe minero y desarrollar una campaña de propaganda. En ella, la alternativa monárquica del Carlismo era caracterizada como una «Monarquía Popular, Social, Representativa y Federal» que garantizaría la democracia y la justicia social frente a la «Monarquía centralista» de la dinastía rival, que había destruido «la personalidad y el derecho natural de las distintas regiones» y era «la Monarquía de los grupos de presión, del capitalismo egoísta, la de las fiestas y el olvido del pueblo».
En enero de 1965 se publicaría el último número de Vanguardia Obrera Tradicionalista, en el cual se desarrollan diferente aspectos de la ideología carlista. Se planteaba la aplicación del sistema federal en diferentes niveles territoriales: desde la transformación de la región en una federación de comarcas y municipios, pasando por la Monarquía Federal carlista como expresión de una unidad hispánica que históricamente ha sido una «unidad pactada», hasta llegar a la futura vertebración política de Europa. La «socialización» defendida por «la doctrina pontificia más reciente» es considerada como «la tesis que el Carlismo ha venido defendiendo con el nombre de “sociedalismo”, por no emplear el otro término, de tanta carga polémica». Ese otro término no era otro que el Socialismo. Como órgano de expresión del MOT Vanguardia Obrera Tradicionalista fue sustituida inicialmente por un Boletín de la Delegación Nacional del MOT.
El 7 de febrero de 1965 se celebró en Zaragoza una Asamblea Nacional del MOT, coincidiendo en fecha y lugar con un Congreso de la AET. En esta reunión conjunta de las dos organizaciones sectoriales identificadas con la izquierda progresista del Carlismo no se limitaron a tratar cuestiones exclusivamente sindicales o estudiantiles, sino que fue debatida la urgencia de realizar profundos cambios en la política general de la Comunión Tradicionalista.
El desarrollo del MOT chocaría de manera natural con la dictadura franquista y empezaron a producirse los primeros casos de represión. Por ejemplo el 8 de abril ocho activistas fueron detenidos por propaganda ilícita, llegando su caso al Tribunal de Orden Público de Madrid.
Con motivo del Primero de Mayo de 1965 la Delegación Nacional del MOT publicó un Proyecto de reforma de la Organización Sindical. En este proyecto se criticaba al Sindicato vertical del régimen franquista por la ausencia de representatividad real de los trabajadores, por su burocratismo y por su subordinación al Estado. También se reclamaba la admisión plena y reglamentada de los conflictos colectivos de trabajo.
El 9 de mayo se produjo en Madrid un violento choque entre la Policía y carlistas que protestaban contra la candidatura al trono de Don Juan Carlos de Borbón.
En el acto de Montejurra de este año uno de los oradores fue Pérez de Lema, que disertó sobre el concepto de Democracia, entendiéndola no solamente como representación ciudadana en las instituciones políticas sino como participación popular en todos los asuntos que afecten a la vida social.
En Manresa se celebró un I Congreso del MOT de Cataluña y Baleares durante los días 27 y 28 de junio, al cual siguió el 29 un acto público. En Cataluña se había configurado un MOT bastante fuerte con implantación en localidades como Igualada, Tarrasa, Sabadell, Badalona y Barcelona.
A lo largo de los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1965 se desarrollaría en Madrid el III Congreso Nacional del MOT, que contó con la asistencia de doscientos congresistas. Se formaron cuatro comisiones de trabajo: Prensa, Organización, Cooperativismo y Sindicalismo. En las Conclusiones de la Comisión sobre Sindicalismo (que estuvo dirigida por Pedro José Zabala, la principal figura intelectual de la AET) se presentaron unas Bases para la reforma sindical en las cuales se reivindicaba un Sindicato que fuese: libre de cualquier subordinación al Estado, los partidos políticos o grupos capitalistas de presión; único por rama de producción, por considerar la existencia de varios sindicatos en la misma rama un arma del capitalismo para dividir a los trabajadores; democrático, organizándose de abajo a arriba, siendo los dirigentes elegidos libremente por los trabajadores, a los cuales deberían responder por su labor; horizontal porque «en el mundo capitalista el sindicato autentico es un sindicato de lucha, es decir, de sólo trabajadores» y la presencia burguesa en su interior falseaba su misión; órgano de representación política, disponiendo el sindicato de representación propia en ayuntamientos, diputaciones, Cortes y órganos de planificación económica. Como objetivos de la lucha sindical se señalaban la «Reforma de la Empresa. Superando la propiedad capitalista de la misma, para llegar a una empresa humana, en la que todos los trabajadores sean partícipes de su propiedad»; la gestión sindical de la seguridad social y del crédito; la construcción de viviendas dignas y la municipalización del suelo urbano para acabar con la especulación; la promoción obrera, impulsando el acceso de los trabajadores a una mayor formación cultural y profesional; y finalmente, la redención obrera: sustitución del sistema capitalista por una sociedad sin clases. Se consideraba que en esta lucha el sindicalismo debería de poder utilizar la huelga como un instrumento legal. En las Conclusiones de la Comisión sobre Cooperativismo (que fue coordinada por Ildefonso Sánchez Romeo, dirigente de la Comunión Tradicionalista de Aragón y gerente de la cooperativa CIAT de Zaragoza) se afirmaba que el Cooperativismo defendido por el Carlismo configuraba un «sistema social cristiano por excelencia, en donde el hombre vuelve a ocupar el puesto de primacía que le corresponde (…) sometiendo al capital a su servicio», en el cual «el hombre asume la condición de trabajador, empresario y propietario de sus bienes de producción». Además se consideraba que la Cooperativa era una «escuela de autogobierno en donde se desarrolla el sentido de responsabilidad y solidaridad» y para acabar se indicaba que: «En el Estado auténticamente social debe ser un mandato imperativo conseguir la propiedad para todos».
La modernización ideológica del movimiento en esos momentos era ya un proceso imparable. De hecho Pedro José Zabala en su discurso de clausura del Congreso aseguraba en unos términos muy contundentes que «El Carlismo que si algo es, es pueblo, vivió durante muchos años aletargado y aparentemente deformado. No podía vérsele en su realidad viva, con su trama popular. Tenía una costra envolvente. La costra del caciquismo integrista que lo redujo a un repliegue defensivo de negatividad incesante. Costra superficial que al pueblo carlista no le llegaba pero que en el exterior producía una impresión radicalmente distinta»pero que ahora «cara al exterior el MOT es el reencuentro del Carlismo con su origen inconfundible: el Abanderamiento de las reivindicaciones populares frente a la opresión». Por su parte Pérez de Lema en su discurso de clausura reivindicaría que la solución al problema estructural de «las Españas rotas, sangrantes por el Estado totalitario» se encontraba en la tradición anticentralista del Carlismo.
Después de este Congreso se inició una campaña de propaganda por el Norte, especialmente en el País Vasco-navarro, tradicional feudo del Carlismo donde el MOT tenía grandes posibilidades en el campesinado carlista recientemente proletarizado, celebrándose diversos actos en Tudela, San Sebastián y otras localidades. El Boletín de la Delegación Nacional fue sustituido por un Boletín de la Delegación Interregional de la Zona Norte, en cuyo número de octubre se aseguraba queel MOT había pasado de la fase de establecimiento a otra de veloz desarrollo. Según el boletín los obreros carlistas se incorporaban al MOT porque encontraban «una organización puesta al día» y los no carlistas por su «espíritu combativo». Se incidía en que el MOT tenía una finalidad primordialmente política que lo diferenciaba de las asociaciones obreras de la Acción Católica. Es significativo el que se empiecen a usar citas de Marx como por ejemplo: «El Gobierno del Estado moderno no es sino un comité administrativo de los negocios de toda la clase burguesa».
4. El declive del MOT
En diciembre Pérez de Lema dimitió debido al padecimiento de una afección cardiaca, por lo que la dirección de la Comunión Tradicionalista decidió trasladar las funciones de la Delegación Nacional del MOT a la Secretaria Técnica de su Junta de Gobierno. Pero se organizó una Junta Nacional del MOT, que reunida en Zaragoza el 12 de diciembre acordó constituir una Escuela Nacional de Formación para Dirigentes y Militantes, de breve existencia. Esta Escuela editó un boletín en febrero de 1966, que incluía un articulo titulado Cristianismo Social, en el que desde una perspectiva muy similar a la de la Teología de la Liberación se sostenía que desde el MOT «pretendemos sentar unas bases de partida para la aplicación practica de una doctrina humanista cristiana», reconociendo que «la Historia nos enseña que la proyección del Cristianismo fue tergiversada por los hombres», por lo que era necesaria «una vuelta a lo que debía ser rectamente la aplicación del Cristianismo: una promoción interior individual, proyectada inmediatamente, sobre (…) el plano social en un acto de servicio al prójimo». En este boletín también se informaba que en Barcelona había sido detenido el Ex-Delegado Interregional de la zona Norte por realizar una protesta en presencia de Don Juan Carlos de Borbón.
Por entonces bastantes militantes del MOT estaban empezando a integrarse en las Comisiones Obreras, movimiento socio-político de base que emergía en los medios laborales como el portavoz de la clase trabajadora más allá de las estructuras oficiales del Sindicato vertical. De hecho en locales carlistas como el de la calle Limón de Madrid se celebraron reuniones clandestinas de las Comisiones Obreras, en las participaban destacados dirigentes sindicales como Marcelino Camacho.
En marzo de 1966 se produjo una reestructuración total en la Comunión Tradicionalista con la intención de descabezar y reducir el alto nivel de autonomía de las diferentes organizaciones sectoriales del movimiento carlista, las cuales perdieron sus órganos directivos a nivel estatal pasando a quedar subordinabas a la estructura central de la Comunión en cada ámbito territorial. A partir de entonces los boletines del MOT serían de ámbito provincial o regional, destacando Lucha Obrera de Catalunya. En artículos como Resumen de la realidad obrera de España se realizaba un seguimiento de la realidad cotidiana de la protesta social (paros y manifestaciones) y de la represión franquista (detenciones, ceses de enlaces sindicales, multas, etc.).
Con motivo de la represión policial de los universitarios demócratas en la Caputxinada el MOT catalán lanzaría una octavilla en la cual proclamaba:
¡TRABAJADORES!: Los estudiantes nos están marcando el camino a seguir. Con valentía y eficacia están a punto de conseguir un Sindicato Estudiantil Autónomo. Hemos de seguir su ejemplo si queremos nosotros ver realizado nuestro anhelo de Libertad Sindical. Apoyemos las manifestaciones estudiantiles, unámonos a los estudiantes, y todos juntos conseguiremos nuestro Sindicato Libre. La unión hace la fuerza (…) Hagamos también nuestras elecciones libres, nombremos nuestros propios representantes con autonomía del Sindicato Estatal, librémonos de la opresión oligárquica capitalista de los que nos han aprisionado en esta paz forzada sin justicia ni libertad. ¡TRABAJADORES!, ahora o nunca, adelante por la libertad.
Durante los días 13, 14 y 15 de agosto de 1966 se celebró el denominado IV Cursillo Nacional del MOT en Elda (Alicante) con 128 representantes de 39 provincias, en el cual se ratificaron las conclusiones del III Congreso y se decidió constituir una Secretaria de Coordinación permanente formada por José Mancera (de Alicante), Francisco Lodeiro (de Murcia), y José Luis Martínez (de Cádiz) para trabajar solamente en tareas de coordinación y documentación sin tener ninguna participación directiva en las actividades políticas. En una hoja sin fecha de la Secretaria de Coordinación del MOT se hacía una importante autocrítica: «Conseguimos atraer a las filas carlistas a obreros alejados del carlismo (…) pero no conseguimos una penetración profunda en el (…) mundo laboral». Esta autocrítica estaba acompañada de una reafirmación identitaria de la organización, definiendo la democracia, el sociedalismo y el federalismo como sus objetivos de lucha, y planteando que desde otras fuerzas políticas de la oposición «no se nos discute, se nos mal copia». En otra hoja, fechada en octubre de 1966, la Secretaria de Coordinación explicaba la importancia de una Asamblea Nacional para el día 1 de noviembre en Madrid porque: «En éste periodo de reorganización del Carlismo no podemos quedar ausentes; ésta reunión será de gran interés para el futuro de nuestro movimiento obrero, ya que aparte de seguir a escala provincial, el MOT podrá conseguir a escala nacional un órgano de ayuda y dirección». De esta Asamblea Nacional salió la constitución de un Consejo Nacional Asesor del MOT presidido por José Mancera.
El 15 de noviembre de 1968 se reunió en Madrid el IV Congreso Nacional del MOT, que sería el último, en el cual se llegó a la conclusión de que: «Si bien el balance como organización no ha sido óptimo, sí el potencial humano de la misma. Estamos dispuestos a empezar de nuevo, en un plano de base, a proyectarnos en el mundo del trabajo para edificar un Sindicato de cogestión de todos los trabajadores».
La represión franquista sobre el Carlismo iría aumentando a lo largo de estos años, y en diciembre de 1968 el Gobierno decidía expulsar del territorio español al príncipe Don Carlos Hugo y a los demás miembros de la familia Borbón–Parma. En respuesta se convocaron manifestaciones de protesta en diferentes localidades, parte de las cuales terminaron en enfrentamientos muy violentos con la Policía. En Pamplona por ejemplo la Policía se vio obligada a usar por primera vez cascos antidisturbios, produciéndose heridos tanto entre los jóvenes carlistas manifestantes como entre los agentes de la Policía. En Lucha Obrera de Catalunya se consideraba que la expulsión se debía al «nerviosismo de un gobierno capitalista», advirtiéndose a continuación «que desde ahora nuestra lucha será más dura, más consciente y más unida a Carlos Hugo, será la lucha de la clase obrera española contra el capitalismo totalitario». En un Plan de Trabajo de 1969 el MOT ya se planteaba con total claridad el «crear condiciones organizativas y de conciencia de clase para acciones concretas de masas: paros, boicots, huelgas, plantes, concentraciones y manifestaciones (…) crear asimismo piquetes de dirección y defensa contra la represión en las acciones de masas».
Sin embargo el MOT va a desaparecer como estructura orgánica como consecuencia precisamente de los cambios organizativos e ideológicos que había contribuido a desencadenar dentro del movimiento carlista. Así mientras un sector radicalizado de la juventud carlista creaba las Fuerzas Activas Revolucionarias Carlistas y asumía el marxismo, la Comunión Tradicionalista iniciaba un proceso de refundación con los tres Congresos del Pueblo Carlista, celebrados en Arbonne (Iparralde) entre 1970 y 1972. En esta etapa la antigua militancia del MOT, cada vez más implicada con las Comisiones Obreras, dedicaría parte de sus esfuerzos a dinamizar los llamados Comités Obreros Carlistas así como una Federación Obrera Socialista (FOS), que si bien estaba situada en la línea ideológica del nuevo Partido Carlista, el socialismo autogestionario, formalmente mantenía una independencia orgánica. En relación a la extensión de estos colectivos Miralles afirma que existían «en Euskalherria, Cataluña, País Valenciano, Andalucía, y Castilla-León, especialmente en grandes y medianas empresas del metal, y más concretamente en el sector de automoción como en las empresas Authi de Pamplona, Fasa Renault de Valladolid, Ford de Almusafes, etc., pero también en mayor o menor grado en otros sectores como Telefónica, químicas, alimentación y otras actividades»[4].
FUENTES
a) Hojas, folletos y opúsculos
“Movimiento JOT”, 1963
“Carta circular de la Delegación de Prensa y Propaganda de la JOT de Murcia” octubre de 1963
“Motivos de la creación del consejo del MOT”, marzo de 1964
“Acta del Consejo Nacional del MOT, 22 de marzo de 1964”
“Declaración del II Congreso Nacional del MOT”, julio de 1964
“El Mundo del Trabajo” del Centro de Información y Orientación Carlista, 1964
“Manifiesto a los obreros españoles” del MOT, noviembre de 1964
Hoja de la Delegación Regional del MOT de Cataluña, enero de 1965
“Proyecto de reforma de la Organización Sindical” de la Delegación Nacional del MOT, mayo de 1965
“Discurso pronunciado en Montejurra 65, el 2 de mayo, por el Delegado Nacional del MOT, Don Manuel Pérez de Lema”
“Conclusiones del III Congreso Nacional del MOT”
“Circular nº5 de la Secretaria Técnica de la Junta de Gobierno. Diciembre de 1965”
Hoja “¡Trabajadores!” del MOT, marzo de 1966
“Declaración del Cursillo Nacional del MOT”, agosto de 1966
Hoja de la Secretaria de Coordinación del MOT, sin fecha
Hoja de la Secretaria de Coordinación del MOT, octubre de 1966
Declaración firmada por “Los obreros y estudiantes carlistas. MOT-AET”, mayo de 1968
“Congreso Nacional del MOT en Madrid” noviembre de 1968
“Plan de Trabajo del MOT”, 1969
b) Boletines
BOLETIN DE FORMACION DE LA ESCUELA NACIONAL PARA DIRIGENTES M.O.T.
1 [febrero 1966]
BOLETÍN DEL M.O.T.
Un servicio informativo del Movimiento Obrero Carlista de Madrid.
1 s/f [30-10-1966]
2 s/f
BOLETIN NACIONAL DIRIGENTES DEL M.O.T.
6 diciembre 1966
BOLETIN PARA DIRIGENTES
M.O.T. Zona Norte
s/n octubre 1965
3 diciembre 1965
BOLETIN PARA DIRIGENTES
M.O.T. Delegación Nacional
1 mayo 1965
2 mayo 1965
4 junio 1965
INFORMACION-M.O.T.
Órgano de información del M.O.T. de Alicante
s/n s/f [diciembre 1966]
LUCHA OBRERA DE CATALUNYA
[MOT de Catalunya]
1 octubre 1966
6 noviembre 1966
9 s/f [1967]
s/n febrero/mayo 1969
13 s/f [1969]
14 [31 diciembre 1969]
VANGUARDIA OBRERA TRADICIONALISTA
Órgano de la Juventud Obrera Tradicionalista.
Murcia
1 octubre 1963
2 noviembre 1963
3 s/f [1964]
5 extra [mayo 1964. “Manifiesto MOT a los hombres de trabajo”]
6 enero 1965
c) Bibliografía
MIRALLES CLIMENT, Josep, Estudiantes y obreros carlistas durante la dictadura franquista. La AET, el MOT y la FOS, Ediciones Arcos, Madrid, 2007.
SANTA CRUZ, Manuel de, Apuntes y Documentos para la Historia del Tradicionalismo Español 1939-1966, Tomo 26 (1964), Madrid, 1991.
[1] Documento “Motivos de la creación del consejo del MOT”, marzo de 1964, 2 págs.
[2] SANTA CRUZ, Manuel de, Apuntes y Documentos para la Historia del Tradicionalismo Español 1939-1966, Tomo 26 (1964), Madrid, 1991, p. 190.
[3] Documento “Movimiento JOT”, 1963, 8 págs.
[4] MIRALLES CLIMENT, Josep, Estudiantes y obreros carlistas durante la dictadura franquista. La AET, el MOT y la FOS, Ediciones Arcos, Madrid, 2007, pp. 97-98.