[Historia] Don Javier de Borbón-Parma, un príncipe antifascista
Reportaje de Javier Cubero de Vicente publicado en Diario de Noticias (Navarra) el 13/06/2022.
La trayectoria biográfica de Don Javier de Borbón-Parma es merecedora de interés histórico tanto por su participación en las dos guerras mundiales que sacudieron a Europa como por su compromiso con la resistencia antifranquista del Carlismo y su posterior evolución ideológica.
Nacido en Villa Pianore (Italia) el 25 de Mayo de 1889, era hijo de Roberto de Borbón-Parma, último duque reinante de Parma, y de María Antonia de Braganza, infanta de Portugal. Aunque su infancia transcurrió entre Italia y Austria, fue en Francia donde realizó sus estudios universitarios obteniendo el título de ingeniero agrónomo.
Al iniciarse la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Don Javier decidió luchar en el bando de los Aliados, incorporándose como soldado raso a la artillería del ejército belga, en el cual se distinguió por su valor con motivo de las batallas de Verdún y Chemin des Dames. Ante los sufrimientos provocados por este conflicto, trató de impulsar una paz separada entre el imperio austrohúngaro y los gobiernos de Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Esta maniobra diplomática tenía como objetivo aislar a Alemania, forzando así el fin de la contienda, pero fue saboteada por el gobierno de Italia.
En 1936 el Partido Carlista, que en 1931 había adoptado como denominación oficial la de «Comunión Tradicionalista», afrontaba el problema de que el «rey legítimo» Alfonso Carlos I era el último representante de la rama dinástica que había liderado a los carlistas desde 1833. Ante la disparidad de criterios en torno al futuro del Carlismo, Alfonso Carlos I instituye el 23 de Enero una Regencia en Don Javier, sin privación «de su derecho eventual a la Corona». Por esta razón, iniciada ya la Guerra Civil Española, y fallecido Alfonso Carlos I el 28 de Septiembre, la Comunión Tradicionalista proclamó príncipe regente a Don Javier el 1 de Octubre. Ese mismo día, en la zona territorial controlada por los sublevados contra la II República se producía un nuevo golpe de estado, ya que Francisco Franco era investido como «Jefe del Estado» por una Junta militar. Franco, que había sido patrocinado por los gobiernos totalitarios de Alemania e Italia, desarticuló rápidamente las estructuras organizativas del Carlismo. Así, en Diciembre fue prohibida la Academia de Oficiales de Requetés, se decretó el control militar de las milicias carlistas del Requeté y Manuel Fal Conde, representante de Don Javier en España, fue obligado a exiliarse. Esta dinámica represiva continuó con el Decreto de Unificación, publicado el 20 de Abril de 1937, que implicó la ilegalización de la Comunión Tradicionalista así como la expropiación de sus bienes, locales y periódicos. Se constituye entonces un sistema fascista de «partido único» (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), con el que colaboró un sector procedente de la Comunión Tradicionalista, representado por el Conde de Rodezno, que era partidario de prescindir de Don Javier y aproximarse a Don Juan de Borbón. Mientras tanto, fuerzas alemanas e italianas bombardearon las villas vizcaínas de Durango y Gernika. Ante las intenciones falangistas de talar el Árbol Foral, éste tuvo que ser protegido por los requetés del Tercio de Begoña. Además, fue decretada por Franco la supresión de los conciertos económicos de Vizcaya y Guipúzcoa.
Ante la evolución de los acontecimientos, Don Javier viajó en dos ocasiones a España para reafirmar la independencia ideológica y política del Carlismo. El 19 de Mayo visitaría la Casa de Juntas de Gernika y en un acto de gran simbolismo juró los Fueros vascos ante el emblemático Árbol. El 5 de Diciembre, en una reunión de dirigentes carlistas celebrada en San Sebastián, Don Javier declara expulsados de la Comunión Tradicionalista a los colaboracionistas que aceptaron ocupar cargos en el «partido único». Con motivo de este segundo viaje se entrevistó con Ramón Serrano Suñer, al que manifestó su oposición a que en España se aplicasen los métodos de la Gestapo alemana, y con Franco, al cual le expresó su rechazo a la implantación del fascismo, pues tal régimen era incompatible con los ideales por los que luchaban los voluntarios del Requeté. Esta actitud política de Don Javier motivó que el Gobierno franquista ordenase su expulsión del territorio español.
Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), Don Javier no permaneció neutral ante la invasión de Europa por la Alemania nazi sino que se comprometió con la lucha antifascista. Como oficial de artillería combatió primero en el ejército belga y luego en el ejército francés, lo que motivó que fuese represaliado por el gobierno fascista de Italia que confiscó sus bienes. Después de la rendición del ejército francés, Don Javier trató junto con su familia de instalarse en Portugal, pero el régimen franquista no le permitió cruzar la frontera española. Es entonces cuando se traslada a Lignières, donde posteriormente se une a la Resistencia francesa, ayudando a esconder a fugitivos que huían de los nazis para no ser deportados a Alemania. Más tarde se encargó de la dirección de la Resistencia en el departamento de Allier y lideró personalmente un maquis de 120 partisanos.
El 25 de Julio de 1941, Don Javier publica un manifiesto político, recordando que el Carlismo «se apartó con espontánea unanimidad» del régimen franquista, y que «no ha quebrantado esta unanimidad la conducta de unos pocos que, sin representar a la Comunión, y, aparte de toda disciplina, aceptaron» colaborar con el franquismo. En este manifiesto, proponía la instauración de una Regencia en España con la finalidad de «devolver a la sociedad sus derechos naturales; a los interesados en cada profesión, el gobierno de sus actividades; a la vida local, sus recursos; a las regiones, sus fueros y régimen propio; así como reorganizar el gobierno con distinción de lo político y lo administrativo».
En relación a la guerra que asolaba el continente europeo, el criterio adoptado por la Comunión Tradicionalista fue el de oposición a todo tipo de colaboración del Estado español con Alemania e Italia. Este planteamiento se concretó en la prohibición de que los carlistas se alistasen en la llamada «División Azul», lo que conllevó como represalia el destierro de Fal Conde a la isla de Menorca; en la apertura clandestina de un centro de reclutamiento de requetés para formar unidades que combatieran con los Aliados, cuyos responsables fueron descubiertos y condenados a largas penas de prisión; y en la realización de actividades de espionaje junto con la creación de una organización clandestina, denominada «Operación Azor», con el objetivo de organizar una guerra de guerrillas que hostilizase a los ejércitos alemanes en el caso de que entrasen en territorio español.
En este contexto, el 16 de Agosto de 1942, en Bilbao, a la salida de un acto religioso en la Basílica de Begoña un comando falangista arrojaría dos bombas hiriendo a ciento diecisiete carlistas, de los cuales tres fallecerían como consecuencia de las heridas recibidas.
Poco después del desembarco aliado en Normandía, el 22 de Julio de 1944 Don Javier fue detenido y llevado a Vichy, donde, tras ser interrogado durante un mes en una cárcel de la Gestapo, fue condenado a muerte, acusado de terrorista, comunista y agente inglés. El Gobierno franquista se negó a interceder en su favor, labor que en cambio sí hizo Pétain, evitando que la condena tuviera lugar, por lo que el príncipe carlista fue conducido a la cárcel militar de Clermont-Ferrand, en la que fue clasificado como prisionero «Nacht und Nebel» antes de ser enviado al campo de exterminio de Natzweiler. Ante el avance de los Aliados, los nazis no tardarían en evacuar Natzweiler, trasladando a los prisioneros a otro campo de exterminio localizado en Dachau. Meses más tarde, cuando los Aliados entraron en Alemania, los nazis reunirían en el Tirol a destacados prisioneros procedentes de diversos campos, entre los cuales se encontraba Don Javier, para tratar de utilizarlos como rehenes. Finalmente, un 8 de Mayo de 1945, Don Javier sería liberado junto con sus compañeros por tropas norteamericanas.
Restablecido de las penalidades sufridas, Don Javier retoma la dirección del Carlismo y el 29 de Junio publica un manifiesto dirigido a los carlistas, agradeciendo la persistencia de su lealtad en una época dictatorial en la que «habéis visto cerrados vuestros Círculos, incautados vuestros periódicos, desterrados vuestros dirigentes, detenidos muchos y muy destacados tradicionalistas, sin más motivo que el de no haber renunciado a los ideales con que fuisteis a la guerra». El 25 de Julio es publicado un nuevo manifiesto de Don Javier, dirigido en esta ocasión a los españoles, planteando que «el debido orden político» es aquel «que establece que los primeros derechos (…) son los de la Sociedad, y que estos derechos no deben ser otorgados, sino reconocidos», al mismo tiempo que se denunciaba «la aberración filosófica que convierte el amor a la Patria, virtud de justicia, en un culto pagano al Estado, con absorción total del individuo».
El 3 de Diciembre, un acto carlista que se celebraba en Pamplona fue interrumpido por una carga de la Policía Armada, originándose una serie de enfrentamientos y tiroteos en los cuales fueron heridos unos nueve policías y tres carlistas. Posteriormente serían encarcelados unos ciento tres carlistas.
La figura de Don Javier, primero como príncipe regente, y a partir de 1952 como «rey legítimo», se convirtió en la referencia omnipresente que, en reivindicación de las libertades concretas en el marco de una Monarquía social y federal, movilizó de nuevo al pueblo carlista en las concentraciones multitudinarias de Montejurra. Posteriormente, influenciado por los vientos renovadores del Concilio Vaticano II, Don Javier respaldaría la evolución ideológica hacia el socialismo autogestionario que iniciaron las juventudes de la Comunión Tradicionalista, la cual en un congreso celebrado en 1971 recuperó su denominación primitiva como «Partido Carlista». En 1975, Don Javier abdicó los derechos y deberes de la sucesión dinástica en su hijo Carlos Hugo. El 30 de Mayo de 1976, en un acto celebrado en Arbonne, afirmó ante la prensa que los asesinatos de Montejurra 76 no debían de quedar impunes «aunque esté implicado mi propio hijo Sixto». En Enero de 1977, realizó su última declaración doctrinal, que fue grabada y reproducida en el disco «Partido Carlista», en la cual señalaba que «lo importante es el responder a las exigencias de libertad y democracia que en cada momento plantea el Pueblo». Finalmente, el 7 de Mayo de 1977 Don Javier falleció en Coira (Suiza), en el exilio que le impuso el franquismo y que mantuvieron los herederos de Franco.