[Opinión] Europa sí, pero no así

Las imágenes de personas ahogadas o asfixiadas, de familias abandonadas a su suerte en caminos, barricadas de espino o golpeadas, sitúan a la UE ante la traición de sus dirigentes al proyecto original de democracia, solidaridad y derechos humanos.

La acumulación de muertes, abandonos, desatenciones, ataques y persecución que están sufriendo los refugiados del éxodo humanitario en las fronteras de Europa es tan estremecedor como indignante. La parálisis política de una Unión Europea, centrada en la única atención de complacer al nuevo modelo capitalista de la especulación de los mercados, muestra en toda su dureza la inhumanidad y frialdad de sus responsables políticos. Y muestra también cómo en apenas una quincena de años la burocracia europea ha finiquitado el proyecto de Unión original, basado en la cohesión social, la igualdad de oportunidades, la solidaridad y el Estado de Bienestar, y lo ha reconvertido por la puerta de atrás en un simple chiringuito al servicio de la avaricia, el dinero, la corrupción y las mafias legales e ilegales.

Las imágenes de cada día de familias enteras abandonadas a su suerte en caminos polvorientos, frente a barricadas de espino -las mismas que aplica el Estado español a los refugiados de África-, golpeados, amenazados y perseguidos por grupos de fanáticos ultras deberían haber puesto en marcha hace ya mucho tiempo los mecanismos de solidaridad, justicia y colaboración que se le suponía al espíritu europeo y los mecanismos legales de atención firmados por los estados miembros.

La vergüenza de estos hechos no es nueva, sino que la inacción política e institucional y la agitación política y mediática del temor ciudadano la ha convertido en un hecho cotidiano -con miles de muertos, ahogados y desparecidos- ante el que mirar hacia otro lado. Una Europa enfrentada a los valores originales del proyecto de la UE en el ámbito de la democracia y de los Derechos Humanos.

El sueño político europeo de Monnet y Schuman de otro modelo de convivencia justo y democrático era otra cosa. Sus valores eran otros y han sido sustituidos por la burocracia y el mercantilismo sin límites con cientos de parlamentarios, ayudantes, asesores, miles de funcionarios, decenas de comisarios y miles de millones de euros de coste anual cuya utilidad queda en entredicho.

Ésta es una Europa corrupta y avariciosa, servil y burocrática que trabaja en favor de intereses espurios y en contra de las demandas y necesidades de las personas y de sus principios.

Quizá recuperar los valores sociales, democráticos, humanistas originales, de pueblos y naciones en un proyecto de justicia social y solidaridad común sea la única alternativa y la única esperanza en esta Europa que hace agua por todos lados.

D.M.