[Montejurra 2018] Discurso de J.M. Aragón, Secretario General Federal del Partido Carlista
Buenos días, compañeros/as, egun on, bon día, bos días, bonos díes:
Además de en los bares, normalmente se aprovechan estas ocasiones en las que se reúne un grupo más o menos numeroso de gente, para criticar, en este caso, las acciones y decisiones políticas que afectan a la organización social y política de la sociedad, tomadas por otros grupos sociales y políticos.
Hacer crítica no es negativo “per se”; criticar es examinar lo hecho por uno mismo, o por otro, y ver si predominan los efectos positivos, o los negativos. Este acto público lo organiza el Partido Carlista que es un grupo de personas libre y voluntariamente organizadas en el mismo para influir en la orientación de las decisiones que afecten al funcionamiento de la sociedad en la que estamos inmersos y en la que se desarrolla nuestra vida, incluido el ambiente físico; nosotros decimos que esas decisiones deben ir orientadas a la consecución del Bien Común, por encima del particular. Necesitaríamos mucho tiempo para criticar lo mucho que ha hecho mal el actual Gobierno central y centralista del PP en estos 6 últimos años, y por eso no vamos a entrar en detalles particulares. De todas formas, también voy a decir un par de cosas positivas de las que los carlistas podemos legítimamente estar orgullosos porque hemos contribuido con nuestro granito de arena en su consecución.
Estamos viviendo en lo que hoy es España y el modo de organización social, político, económico, cultural, y territorial vigente, nos parece que es muy perfectible, y por eso hacemos nuestras aportaciones en todos esos aspectos en los que se desenvuelve la vida de las personas que compartimos este territorio, esta parte de Europa, este lugar en el mundo. Y empezando por el nombre, preferimos hablar de las Españas, en plural, lo cual es ya toda una declaración de intenciones; y añadimos que todas y cada una de ellas deben basar sus relaciones en el principio de la igualdad, con el objetivo de perfeccionarla mediante el ejercicio de la libertad y de la Justicia Social. Por eso proponemos el Federalismo como la forma más idónea de organización social y territorial; la forma en que se concrete ese Federalismo será la escogida por la sociedad, mediante la oportuna y expresa votación directa y pública.
El Partido Carlista, en sus Estatutos, propone la Confederación. Federalismo es unir en libertad; es una forma de superar el aislamiento y la debilidad frente al que es más fuerte en el modelo social que padecemos, impuesto violentamente, a sangre y fuego, por el Liberalismo, que busca el beneficio particular por encima del beneficio social; en este modelo liberal el más fuerte y poderoso es el que organiza, ordena y manda; y no organiza la convivencia social sino la sumisión y la dependencia de la mayoría social respecto de una minoría poderosa y privilegiada económicamente.
El Federalismo es un modo de organización social que posibilita la unión para la defensa de los no tan fuertes, de los débiles socialmente; “la unión hace la fuerza”, se decía antes; unirse libremente, y en plan de igualdad, empezando desde abajo, y siguiendo por los niveles que los que constituimos la base social consideremos más convenientes para salvaguardar el principio de subsidiariedad y defender el común que aún tenemos y que entre todos mantenemos con nuestro esfuerzo y contribución económica, a través de los impuestos, y tratando de ampliarlo a otros aspectos en los que se desenvuelve la vida del ser humano, hombre y mujer, en la medida que vayamos pudiendo mantenerlo en beneficio de la mayoría social, que es la sostenedora de la sociedad.
El Federalismo, al basarse en pactos de igualdad personal y jurídica, busca y defiende la autonomía personal y de los diferentes grupos que componen y dinamizan la sociedad, así como de los diferentes territorios.
Hoy día este debate de modelo de organización social ya está más normalizado, y hay que decir que no es porque el Gobierno central y centralista del PP haya contribuido positivamente a ello; al contrario, podríamos decir que con su interpretación sesgada y partidista de la Constitución está contribuyendo a su desprestigio a nivel internacional. En cambio, para nosotros, los carlistas, es un motivo de satisfaccción porque es algo que podríamos decir que venimos propiciando desde siempre porque de la defensa de los Fueros hemos hecho nuestra insignia, divisa y bandera. Añadamos el penúltimo caso de corrupción en sus filas (PP), el master fantasma de la ya ex-Presidente de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que ha arrastrado por los suelos el prestigio de la Universidad española a nivel internacional (no hay ninguna entre las 150 primeras del mundo), y por extensión, el valor de los títulos de la educación española, desde la infantil a la universitaria; es sangrante que estos individuos se atrevan a hablarnos del valor del esfuerzo personal en cualquier campo, no sólo en la educación. ¡Qué sarcasmo!; los mismos que administran y gestionan mal lo público para desprestigiarlo y malvenderlo luego a sus amigos, o a sus amos, para quedarse con su rentabilidad, erigieron una Universidad pública, y la llamaron URJC I, un pesebre, para dotar sus curriculums de títulos académicos concedidos sin esfuerzo personal, ni físico ni intelectual, y pagados con los impuestos de todos. El nombre de dicha Universidad ya indica el nivel de esos títulos: cero, chanchullo (en su lista de “Doctor honoris causa” figuraba Rodrigo Rato).
Para retomar el rumbo de la reorganización social política, económica y territorial habría que modificar la actual Constitución de 1978 para liberarla de la interpretación sesgada que de ella hacen los dos partidos mayoritarios que la elaboraron a su conveniencia, claro está, de bipartidismo y alternancia en el Gobierno central, PP y PSOE, a los que se ha unido Ciudadanos.
Lo más correcto sería empezar de nuevo, volver a la casilla de salida, e iniciar un proceso constituyente por el cual las actuales Cortes elaborasen una ley y calendario de transición que dé igualdad de oportunidades a todos los grupos sociales que quieran participar en la elaboración de una nueva Constitución basada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y comprometida activamente en la defensa de los mismos. Podríamos decir que ya hay un ejemplo: las Cortes franquistas, así se dijo, se hicieron el hara-kiri, y pasaron “de la ley a la ley”, de la dictadura a la Democracia, tan rica y sencillamente. A las actuales Cortes les reconozco un sentido democrático mayor que a las franquistas, y sería estupendo que lo demostrasen renunciando a los escandalosos privilegios de los que disfrutan sus miembros, diputados y senadores, con relación a la mayoría de la gente normal y corriente que es la que pagamos los sueldos de los parlamentarios.
Una Constitución que posibilita leyes atentatorias a los derechos básicos de información veraz, libertad de expresión, reunión, manifestación, difusión y publicación, a través de leyes-mordaza, necesita ser revisada.
Una Constitución que permita ser manipulada, retorcida, y reinterpretada por gente y grupos de presión que en todas las esquinas, en un corte de carreteras, en una pelea de madrugada, en una viñeta, en un tuit, en una representación teatral, en una canción, en una desobediencia civil, cívica y civilizada…, ven delitos de sedición, rebelión y terrorismo y se valen de tribunales especiales para hacer literatura de la mala, en sus “autos”, en lugar de limitarse a una exposición de hechos, necesita ser revisada porque su preocupación es la defensa de un estatus concreto, de un grupo social concreto. (Afortunadamente, aún hay, también entre los jueces, quien tiene dos dedos de frente y trata de apaciguar los ánimos, en lugar de soliviantarlos).
Una Constitución que posibilita violar impunemente su artículo 25, impidiendo de hecho toda posibilidad de reeducación y de reinserción social del condenado judicialmente, necesita ser revisada.
Una Constitución que permite ser desfigurada en sus aspectos más sociales (vivienda, educación, salud, cultura, libertad de expresión…) y resaltada en sus aspectos más coercitivos y represores (art. 135, que antepone la satisfacción de los ricos al bienestar de los ciudadanos, ley mordaza, art.155 de intervención de Autonomías,…) necesita ser revisada.
Una Constitución que permite que la cúpula de la organización social y política, la llamada Jefatura del Estado, esté configurada según la voluntad del dictador Francisco Franco Bahamonde, es inválida de raíz para la organización democrática de la sociedad, y merece ser derogada y cambiada.
Una oposición parlamentaria que no es capaz de parar estas interpretaciones sesgadas y partidistas que de la Constitución hace el Gobierno central y centralista del PP, necesita repensarse para centrarse en lo esencial, la organización democrática de la vida ciudadana, y para superar sus diferencias, pequeñas y mayores.
El 2º motivo por el que legítimamente podemos alegrarnos los carlistas es por el anuncio de la disolución de ETA; también en ello hemos puesto nuestro granito de arena, a través del Manifiesto por la Paz, de 1996, y de nuestra pública postura de apoyo a la búsqueda de soluciones políticas, o sea, dialogadas, desechando las basadas en la fuerza, en la violencia física. Y para esto, el Gobierno central y centralista del PP tampoco ha contribuido positivamente.
Termino haciendo una referencia a Europa cuyo día celebraremos la próxima semana; no es la solución mágica a los problemas que se generan en la convivencia social del día a día, pero al menos hay pluralidad y es obligatorio tenerla en cuenta. Esta Europa de los mercaderes, explotadora de países más débiles, rica, y limosnera para no ejercitar la solidaridad, no es la Europa que queremos los Carlistas. Nosotros queremos una Europa al modo de las Españas en la que todos y cada uno de sus miembros, personas y países, contribuyamos en la medida de nuestras posibilidades, para poder recibir, todos y cada uno, personas y países, en la medida de nuestras necesidades siguiendo la estela del Bien Común y de la Justicia Social.
Compañeras/os, ¡VIVA EL PARTIDO CARLISTA!