El uso responsable del dinero

 

 

 

 

CON la llegada de la época navideña, los sentimientos de solidaridad y justicia reverdecen, fruto de que quizá dediquemos más tiempo a pensar qué hacemos y cómo hacemos en nuestra vida. Bienvenida sea la Navidad, entonces. Las demandas de una sociedad más justa pasan por considerar mejor y reflexionar nuestras acciones, y si tocamos fondo, pronto nos damos cuenta de que llevar a cabo nuestros actos con más ética no cuesta en absoluto, existiendo junto a nosotros personas y realidades económicas que se levantan con absoluta coherencia y nos llenan de esperanza. Así, es posible ayudar a otros con nuestro consumo, más justo y también con nuestro dinero. Que el dinero sirva a la gente, y no que la gente sirva al dinero, es la base de las finanzas éticas y de la banca ética: sin dejar de ser entidades financieras -porque buscan beneficios como toda empresa-, actúan bajo criterios exclusivamente sociales y alejados de todo tipo de especulación.

Sin nuestro consentimiento, bancos, cajas y fondos de pensiones utilizan nuestro dinero para financiar incluso industrias de armamento sin nosotros saberlo, inversiones llevadas a cabo por banca supuestamente cívica, como recientemente se ha denunciado en la sociedad navarra (tú eliges, ¿qué? ¿yo? si lo llego a saber…). Yo no elijo ni quiero financiar injusticias: empresas con explotación infantil, contaminantes y que provocan empobrecimiento del medio ambiente…

La disconformidad con la gestión de los actuales instrumentos de intermediación financiera que especulan con recursos ajenos y los ponen en riesgo, que excluyen del crédito a quienes no disponen de garantías y que terminan haciendo del pequeño ahorrador el sujeto que financia a empresas que no conoce, son algunas de las causas que dan sentido a la existencia de una alternativa más ética. Un concepto nuevo de economía social y solidaria: la misión de los bancos éticos es financiar actividades económicas que tengan un impacto social positivo y se distinguen de la banca convencional en la naturaleza social de los proyectos que financia, en la evaluación ética de las empresas en las que invierte y en la transparencia de sus acciones.

Por ejemplo, los bancos éticos rechazan el invertir en empresas relacionadas con el tráfico de armas, la explotación laboral, la energía nuclear o la destrucción del medio ambiente. Además, suelen caracterizarse por financiar proyectos de economía social solidaria basados en el respeto a los derechos humanos, educación, protección del medio ambiente, energías renovables, ocupación laboral de personas con discapacidad, desarrollo de proyectos en países del Sur… Y por financiar a las personas más pobres y socialmente excluidas, que difícilmente podrán conseguir financiación para sus proyectos en la banca tradicional.

Los bancos éticos, al igual que los tradicionales, están regulados por el Banco de España y tienen que cumplir los mismos requisitos. Al igual que ellos, se preocupan por la liquidez y rentabilidad, sólo que por una rentabilidad humana y social. Otra característica de la banca ética suele ser una mayor democracia y participación en la toma de decisiones internas; algunos de los bancos éticos existentes actualmente son cooperativas de crédito como lo será Fiare, cuya realidad es un hecho.

Libretas de ahorro y depósitos responsables, financiación bajo criterios éticos para toda la ciudadanía que apuesta por un cambio en el uso del dinero y a su vez , el ahorrador decide qué financiar: actividades centradas en la cooperación y ONG, la inserción sociolaboral, el medio ambiente y las de mejora de calidad de vida de colectivos locales.

Esperanzados, llegan vientos nuevos en este ámbito tan importante en nuestra sociedad. Brindemos por ello y apoyemos estas iniciativas en la medida de nuestras posibilidades.

Fernando Larraza