¿ Nervios, o éxtasis ?

¿Nervios o éxtasis?

Jesús Mª Aragón Samanes – Jueves, 28 de Julio de 2011  

Llevamos una temporada larga en la que con motivo de la deuda soberana de los países europeos y de los ataques especulativos de que están siendo objeto algunos de ellos como Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia…, estamos oyendo mucho la expresión nerviosismo de los mercados. Los mercados, a nivel europeo, son los banqueros alemanes que metieron la pata con las hipotecas basura americanas y quieren que paguemos sus errores; a nivel español, son los banqueros españoles, sus directivos y accionistas que están desahuciando a familias de sus casas.                                                                                                                                                                                                                                                                          ¿Qué sentido tiene que unas instituciones públicas como los gobiernos europeos, fruto de unas elecciones democráticas, acuerden la constitución del Banco Central Europeo para alimentar, cuidar y hasta rescatar a unas entidades privadas, los bancos, que persiguen sus propios intereses particulares? ¿No sería más lógico que esas instituciones públicas constituyesen un ente público que estuviese al servicio de los intereses públicos por encima de los privados?

Los mercados están nerviosos.  ¡Ya!; ¿y qué más?. ¿Qué imagen mental pretenden que nos formemos al oír esa expresión nerviosismo de los mercados? ¿Quizá la del niño/a en la noche mágica de Reyes?.  ¿Acaso la del/a joven ante unas oposiciones? . ¿Tal vez la del padre/madre de familia ante la posibilidad de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) o un despido?

En esta situación económica, ¿no será más adecuada la imagen del lobo relamiéndose en la sangre de la víctima de su caza exitosa?

Los perros guardianes del sistema (económico) han enloquecido y se comportan como lobos para el rebaño. Lo que los pastores del rebaño tienen que hacer en estos casos es dar un severo escarmiento a esos perros enloquecidos, y sacrificarlos incluso.

Y lo dicho vale también para las Agencias de calificación («primas de riesgo», «perspectivas de beneficio de una inversión»… y esas cosas), que se descalificaron a sí mismas por su mal hacer, y que nos han metido en este torbellino económico tan perjudicial para los que viven de su trabajo; no se merecen ninguna credibilidad y sí una investigación rigurosa que determine su grado de responsabilidad y les haga pagar el daño que ha producido su mal hacer.

Pero los políticos con opciones de gobierno, los políticos profesionales apoltronados, están vendidos al capital (privado, claro está). En su tiempo, el no parar los pies a tiempo y el no frenar las exigencias de un tal Adolf Hitler, trajo la desolación de la Segunda Guerra Mundial.

Toda esta situación que estamos padeciendo ha sacado también a relucir el nombre de la niña de Rajoy; se llama Ángela y no es natural del país. En estos tiempos de globalización, ese detalle no les importará mucho a los ya globalizados, pero a los que consideramos que también lo local es importante, a los localizados, sí nos importa. Para muestra, su comportamiento en la crisis de los pepinos.