Rompe y avanza

Cuando se acercan unas elecciones, y especialmente si son generales,  se produce como una carrera para ofrecer paraísos varios por cada uno de los partidos con representación parlamentaria que pugnan bien  para revalidar su dominio, bien para al menos no perder su presencia parlamentaria y, si pueden, verla incrementada. Una práctica que ha sido siempre la habitual.

Pero ahora, ante la convocatoria de marzo la competición ha alcanzado características desconocidas por bochornosas. Estamos presenciando un indecente subasteo de propuestas  u ofertas como autentica puja de promesas imposibles de cumplir en situación normal, mas aún en la presente  con el inquietante declive de una economía malherida en un país de industria casi única, la inmobiliaria, y la muy relacionada de servicios, complementarias ambas de la gran madre de casi todos los dineros: el turismo.

Un país no modernizado tecnológicamente en la medida de poder contar en la competencia internacional, con el resultado preocupante de unas exportaciones en declive, y una agricultura en franco retroceso, una pesca herida de muerte y una agricultura que ha entrado ya en la fase de protección para evitar su desaparición.

Las propuestas partidistas no alcanzan mas allá que la publicidad coyuntural, pero sin planteamientos serios en ninguna de las áreas en que se desarrolla la realidad social, económica, laboral, de convivencia, de seguridad y territorial. Es tal la crisis y la identidad de las propuestas que hasta el partido en el poder ha anunciado sin pudor alguno que está realizando un posicionamiento en el centro, algo que ya se sabía, porque el PSOE hace mucho tiempo que no es de izquierdas, pero lo preocupante es el cinismo del anuncio. Es como si el PP dijera que estaba haciendo un viaje a le extrema derecha , cuando es ya la extrema derecha, pero lo inaudito es que proclamen lo ya sabido, lo obvio, porque ambos partidos han llegado ya a una situación de desistimiento en cuanto a compromiso real con los problemas de la sociedad a la que pertenecen.

El pueblo sabe de esa situación, y es por ello que cada día apoya menos las convocatorias electorales, lo cual es nefasto y fortalece esa realidad de que solo unos profesionales enquistados en la política como forma de vida o de situarse para otras derivaciones, son los que menejan la realidad cotidiana y el futuro de toda una colectividad.

Se impone, por ello, romper con lo ya existente, fracturar la inercia continuista y que otras propuestas comprometidas y al servicio de unas ideologías puedan facilitar el cambio, especialmente en este tiempo, y el muy próximo, con peligrosos retos de todo tipo, económicos, de mantenimiento del bienestar alcanzado y hasta territoriales, solo admitidos por quienes nos gobiernan, pero sin planteamientos serios y comprometidos para su solución.

En las próximas elecciones habrá que participar, pero con la valentía de romper .

Solo rompiendo con lo existente se podrá avanzar para el futuro.