Punto de partida para salir de la «crisis»

 

¿Es necesaria la reforma fiscal?

por EDMUNDO FAYANAS ESCUER – Martes, 3 de Septiembre de 2013

SÍ, necesaria e imprescindible. Si tuviéramos un gobierno mínimamente serio y con sensibilidad social, su primera medida hubiera sido la reforma fiscal, con la finalidad de aumentar los ingresos y evitar los recortes. ¿Por qué la reforma fiscal? En España ha caído la recaudación fiscal como en ningún otro país europeo. Esta caída ha sido achacada a la crisis económica.

Como dice el conocido economista John Maynard Keynes: «Evitar los impuestos es una de las pocas actividades intelectuales que produce beneficios económicos».

La realidad es bien distinta, de cada cuatro euros que ha caído la recaudación impositiva, sólo un euro es consecuencia de la crisis, los tres restantes son consecuencia de las reformas fiscales llevadas a cabo por el PP y el PSOE, que han conseguido un sistema aberrante, injusto e insolidario, y que si hubiera una justicia seria, sería declarado inconstitucional.

Aproximadamente el 22% del PIB es economía sumergida, que ha sido aceptada y fomentada desde los distintos gobiernos del PP y PSOE. El nivel de defraudación es escandaloso, cuando el mundo del trabajo representa el 47% del PIB su aportación impositiva es nada menos que del 90%, mientras que el otro 53% (mundo empresarial, plusvalías…) solo aporta el 19% ¿Cabe mayor descaro y escándalo? La defraudación fiscal ronda los 75.000 millones de euros anuales según la Unión Europea.

Hoy sabemos que el 95% de las 35 empresas que forman el IBEX actúan de forma habitual en paraísos fiscales y su nivel de defraudación roza el 50% de los 75.000 millones de defraudación al Estado. ¿Qué han hecho los gobiernos del PP y del PSOE para atajar este escándalo? Evidentemente nada, es decir mirar hacia otro lado. Como dice Adam Smith: «No es muy ilógico que los ricos contribuyan al gasto público, no solo en proporción a sus ingresos, sino en algo más que esa proporción».

Actualmente, la prensa escrita de este país demanda una baja de impuestos para salir de la crisis. Sin embargo, la situación es mucho más compleja que subir o bajar impuestos. Analicemos.

La presión fiscal en nuestro país está ocho puntos por debajo de la europea, el 32,4% en España por el 40,1% en la UE. Sin embargo, como hemos visto las rentas salariales están muy castigadas, mientras que las del capital apenas pagan. La cuestión hoy no es bajar o subir impuestos, sino quién debe pagar, cuánto se paga y qué se hace con el dinero recaudado.

En resumen, podemos afirmar que España no tiene un problema de gasto público excesivo, sino de insuficientes ingresos impositivos, por eso una reforma fiscal es necesaria e imprescindible. Es falso que las pensiones o el Estado del bienestar sean insostenibles por falta de medios. Es obvio que si las clases ricas y las multinacionales pagaran los impuestos que les corresponden, no harían falta recortes.

Las medidas tributarias a adoptar deben ser muy selectivas, guiadas tanto por el criterio de eficacia recaudatoria como por el de su equidad. Debemos saber que España invierte menos de la mitad que los países europeos en su lucha contra el fraude. En consecuencia, es preciso perseguir el fraude fiscal, para que paguen los que no pagan.

Como dice Pedro Saura: «La eficacia y los retornos que un euro gastado en la lucha contra el fraude tiene para la Hacienda Pública española es uno de los costes más bajos de la Unión Europea, ya que el coste de gestión de nuestra Agencia Tributaria es de 0,78 euros por cada cien euros líquidos obtenidos. La disyuntiva en el presupuesto no es entre inspectores y profesores, sino que la existencia de más inspectores financiaría la presencia de más profesores en las aulas».

La primera cuestión fiscal es que los impuestos deben estar bien diseñados técnicamente, para que se impidan escapatorias como las actuales, donde por ejemplo el impuesto de sociedades con un gravamen del 30%, realmente se está pagando el 10%.

La primera medida a tomar de forma responsable es volver al IVA existente antes de la subida de Rajoy. La segunda es mantener de forma indefinida el gravamen complementario del IRPF y añadiendo tres impuestos, uno sobre bienes suntuarios, otro sobre transacciones financieras y riqueza y el tercero un impuesto sobre depósitos bancarios con un gravamen del 0,2%.

Modificación de la actual estructura de las SICAV, modificando su escandaloso 1% y llegando al 5%. El Impuesto de Sociedades debería seguir en sus actuales gravámenes del 30-35%,  sí, pero con una desaparición de muchas de sus exenciones actuales y que en ningún caso pagarán menos del 25% real.

Eliminar la deducción de la vivienda con carácter retroactivo y eliminación de forma progresiva en alrededor de cinco años de esta deducción por vivienda. Eliminación de las deducciones por aportaciones a planes de pensiones privados.

Se debería trabajar en los llamados impuestos verdes, donde se incluyen temas como la contaminación, carburantes, tema del agua etc. Por ejemplo se debería implantar un impuesto sobre el uso de aguas públicas por las empresas eléctricas, que en España es prácticamente de coste cero, y ponerse uno parecido al de Alemania que por ejemplo produciría una recaudación de 1.200 millones de euros anuales.

El gobierno del PP decidió subir los impuestos a las clases medias y no ha hecho nada frente al fraude fiscal, y sí ha concedido amnistías fiscales que legalizan conductas defraudadoras. Rajoy se debía haber centrado en aumentar los ingresos, tocando a los poderosos, pero como son los que le apoyan prefirió recortar para explotar a los más débiles. Debemos recordar la frase: «Tu evasión es mi desempleo y tu paraíso es mi infierno».

La reforma fiscal es una necesidad prioritaria, pero no haciendo lo que hasta ahora han hecho PP y PSOE, que es bajar impuestos a los ricos, sino que se deben reequilibrar y que cada uno pague en función de sus ingresos como marca la Constitución. Es de justicia una reforma fiscal distinta, pues seguir con más de lo mismo incendiará las calles por injusto. Estemos atentos.