[Editorial] Primavera caliente

Cuando levantamos la vista de nuestro ombligo particular y los ojos se nos van un poco más allá de nuestra particular nariz, vemos que no estamos solos, que hay otros seres separados de cada uno de nosotros mismos, entre los que nos movemos y a los que nos acercamos o alejamos según sea más o menos agradable el contacto, la relación, la experiencia interpersonal. Es el descubrimiento de la realidad que nos envuelve y de la que formamos parte; un descubrimiento renovado y ampliado en cada giro de la Tierra, nuestra casa, sobre sí misma en su acompañamiento al Sol en su baile interestelar.

El pasado 15 de marzo nos trajo una sorpresa agradable: los jóvenes estudiantes salieron a la calle, no en plan botellón, o gamberro, sino reivindicativo y se inventaron un Día de la Huelga Internacional por el clima, para decirnos a los adultos que, si de verdad los queremos, aceptemos sus sugerencias y aportaciones en el cuidado de esta nuestra casa porque ellos la van a heredar, no hay otra, y quieren vivir en ella bien, que sea más acogedora, sin goteras, y con los desagües limpios.

Una semana antes, el 8 de marzo, el Día internacional de la mujer trabajadora, nos volvió a recordar a todos que la mitad femenina de la Humanidad se ha puesto en marcha para salir de la desigualdad existente, un freno para el bienestar físico, psicológico, cultural y espiritual de la Humanidad,  y alcanzar la altura de la mitad masculina. Es tarea de todos arrimar el hombro y apoyar este proceso de autonomía, minimizando los roces e injusticias para disfrutar más, todos/as, de la vida y de la condición humana de personas que compartimos los distintos géneros.

El día que en el Congreso de los Diputados triunfó la moción de Censura contra el Gobierno de Rajoy y del corrupto y corruptor Partido Popular fue un resplandor de dignidad parlamentaria, aunque muy fugaz pues en los 9 meses que ha estado gobernando el PSOE no ha revertido las peores leyes y políticas de ese penoso período, que hay que remediar: ni en educación, ni en sanidad, ni en convivencia ciudadana, ni en el laboral; sólo migajas, para “hacer que hacen”.

Fruto de la incapacidad del PSOE  para dar una salida adecuada a los problemas que atañen a la mayoría social, estamos convocados a las urnas el 28 de abril para elegir nuevo Senado, y nuevo Congreso del que saldrá un nuevo Gobierno que se volverá a enredar en Catalunya esgrimiendo, como si fuera un fetiche, la Constitución de 1978 y olvidando que las leyes son para las personas, y no las personas para las leyes. Si una ley no sirve a las personas, a la sociedad, está obsoleta, y hay que cambiarla.

Está sobradamente demostrado que el camino seguido hasta ahora para dar una salida adecuada al problema generado (político, económico, social, de orden público…) no sirve, sino que encona aún más la situación, al proponer soluciones partidistas, sesgadas por tanto, y que miran más a la supervivencia y continuidad de la estructura partidaria que a la paz social; así, los partidos políticos, autores de este drama, dejan también de lado su función canalizadora del pluralismo social así como facilitadora de la convivencia ciudadana entre diferentes, que hasta la Constitución de 1978 les reconoce. Esa misma Constitución también reconoce la posibilidad de consultar directamente a la ciudadanía en asuntos de particular importancia.

El tema de Catalunya y sus habitantes es importante ya que está en juego la identidad de un Pueblo y su derecho a gobernarse y regirse del modo que crea más conveniente para que cada ciudadano que allí vive y trabaja logre el desarrollo personal, cultural, político, y económico que sea capaz de conseguir con su esfuerzo, y, a la vez, evitar ser llevado al enfrentamiento con otro Pueblo, con otros ciudadanos, con otras personas, en beneficio de una familia y de un partido político que Jordi Pujol moldeó a su imagen y puso a su servicio para aprovecharse del dinamismo económico de los catalanes.

Esa consulta directa sería una muestra de Democracia, la base de todo ordenamiento jurídico digno de tal nombre.

Hay ejemplos internacionales, aunque el que está en el candelero, el Brexit, es un ejemplo de lo que supone un proceso negociador, de salida en este caso, pero también de entrada, en una determinada organización. Además, habría que dar el valor grande que se merece a ese intangible conocido como SOLIDARIDAD.

Un mes más tarde, el 26 de mayo, será el turno, a su tiempo, de las elecciones municipales, autonómicas, y europeas, que, en sus resultados, son un remedo de las generales, y están a su servicio, en realidad. No debiera ser así en las municipales, en las que todo el proceso y responsabilidad organizativa debiera estar en manos de los afectados directamente, para que se pudiera presentar el que quisiera, sin requisitos impuestos por grupos dominantes; seguro que se produciría un proceso espontáneo de asociacionismo, quitaría el protagonismo a los partidos políticos, y saldría ganando la tan cacareada “autonomía municipal”.

Ningún proceso está libre de riesgos y tal vez habría que pensar en algún mecanismo corrector, pero, en cualquier caso, sería algo más directo y cercano al ciudadano que la forma actual. Pero tal como están hoy las cosas hay que pasar por el aro, hay que pagar un peaje. Los carlistas tenemos que hacer el esfuerzo de participar en las elecciones municipales; siempre hemos primado las candidaturas unitarias, las coaliciones, y así debe seguir siendo, a pesar de las históricas experiencias negativas.

En cualquier elección ya sabemos qué no votar: aventurerismos de la mano de algún extranjero armado y peligroso, dependencias económicas de bancos, fondos de inversión, transnacionales, paraísos fiscales, ni élites ni autoritarismos ni centralismos territoriales o económicos, ni apropiación particular de los comunales de hoy, los servicios públicos.

Apoyamos la autonomía de la persona humana, de los ciudadanos, y de los grupos humanos en torno a una actividad puesta al servicio del grupo más grande, de la sociedad, así como la participación activa del ciudadano en los asuntos que le atañen a él y a la comunidad de la que forma parte, o sea, todos, y el fomento de las actividades respetuosas con nuestro medio ambiente físico y social.

Otro punto de atención es Venezuela, a cuya gente no se ayuda con apagones, con propaganda barata y mentirosa, ni con amenazas de invasión militar extranjera, ni robándole empresas y reservas de oro y divisas, ni apoyando el boicot económico, sino propiciando una vuelta al punto de partida, al diálogo, a una presentación pública de propuestas para que sean los propios venezolanos/as los que decidan y se arriesguen, sin que nadie se vaya de rositas y asumiendo cada uno su parte de responsabilidad dejando el camino libre para otras personas que no han participado en el desaguisado al que se ha llegado.