El papel de los sindicatos
Cuando a principios del siglo XIX surgen las primeras organizaciones obreras, los trabajadores, además de organizarse, persiguen luchar por sus reivindicaciones económicas y sociales de forma conjunta, con mas fuerza.
Desde el primer momento en el seno de los sindicatos se manifiestan dos tendencias. Una es meramente reivindicativa y se mueve en el ámbito de lo laboral. Cuando hay un problema trata de solucionarlo y cree en la negociación y en el dialogo entre las partes enfrentadas. La otra, suma a las reivindicaciones laborales la lucha política por transformar las estructuras injustas de la sociedad.
Esta tensión histórica se ha movido entre la sumisión, la pasividad y la burocratización, y las reivindicaciones radicales, la demagogia y el ejercicio de la violencia.
En la sociedad neoliberal en la que vivimos -nueva denominación del viejo, injusto y siniestro capitalismo de siempre- los sindicatos están jugando un papel secundario, a remolque siempre de las decisiones de los gobiernos de turno y de las organizaciones empresariales. Muy pocas veces toman la iniciativa, y transmiten la clara sensación de que, solamente, lo hacen cuando se sienten presionados por sus bases.
En el siglo XXI los sindicatos son enormes maquinarias que reciben generosas subvenciones del estado, con cientos de liberados que se alejan de la perspectiva de lucha y compromiso, para convertirse en funcionarios que disfrutan de pequeños privilegios.
La estructura ahoga toda iniciativa, y a la hora de plantear alguna reivindicación se tienen en cuenta otros intereses que no son precisamente los de los trabajadores. Los sindicatos son muy necesarios, pero no como están concebidos en la actualidad.
Nosotros planteamos que los sindicatos -igual que los partidos políticos y las distintas confesiones religiosas- no sean subvencionada por el estado. Que se mantengan solo y exclusivamente de las cuotas de sus afiliados.
Queremos la mas amplia y profunda democratización de las estructuras sindicales, y que las decisiones, todas, se tomen de manera asamblearia y teniendo siempre presente los intereses obreros.
Los dirigentes no deben de eternizarse en sus cargos, y mucho menos, hacer de su actividad sindical una nueva profesión y fuente de ingresos económicos.
Sindicatos reivindicativos, democráticos, intransigentes ante la explotación capitalista y promotores de una nueva cultura del trabajo, tiene que existir siempre. Los carlistas siempre hemos luchado por ello y seguiremos luchando.
El sacrificio, el esfuerzo y la entrega de miles y miles de trabajadores a lo largo de la historia no pueden olvidarse. Su ejemplo nos indica cual es el camino correcto: la lucha, el compromiso, la fraternidad y la honestidad.
IZCA
Artículo publicado en El Federal Nº 35
Con el debido respeto:
Yo le rogaría al autor del artículo que escrute el abanico sindical que nos rodea. Ciertamente supongo que no hay ningún sindicato (disculpas anticipadas si me equivoco) que viva sólo de sus afiliados, de las cuotas quiero decir; ahora bien, si hay algunos que hacen lo posible para tratar de minimizar esa dependencia. No voy a dar siglas, pero es fácil saberlo.
Sobre la democratización de las estructuras no le voy a señalar nada, salvo que es extensible a numerosas facetas de la sociedad.
Ahora bien, no puedo admitir que se le eche ciertas culpas a los sindicatos. Los sindicatos son organizaciones que gestionan lo que desean los trabajadores. Los sindicatos presionan con el respaldo de los trabajadores. Un sindicato no puede negociar si no cuenta con el aval de los trabajadores (“o negociamos o te monto una huelga”). Y hoy, desgraciadamente, el individualismo hace que en numerosas ocasiones los sindicatos estén atados de pies y manos porque SON LOS TRABAJADORES QUIENES NO SE QUIEREN MOVER, QUIENES NO SE QUIEREN PRESIONAR.
Pregunte Ud. a muchos sindicalistas en privado y se sorprenderá de sus respuestas.
Atentamente,
Deseos y realidades.
Creo que la CGT que es la tercera fuerza sindical no está subvencionada por el Estado.
Sobre la dependencia de los Sindicatos mayoritarios tenemos que estar de acuerdo en que si la sociedad en Las Españas es una sociedad de tipo mixto donde las conquistas sociales conviven con el modelo de libre mercado, unos Sindicatos que responden a un tipo de financiación clientelista con cargas sobre los presupuestos del Estado, cuando los números no salgan, serán punto de mira de la sociedad en general.
En cuanto a que son los trabajadores los que no se quieren mover o quienes no quieren presionar, por un lado es quizá reflejo de la desconfianza que generan unos sindicatos “privilegiados”.
Y por otro y aquí le doy la razón, sirviéndome de la frase del “por el socialismo la autogestión y el poder popular”, que es nuestro deseo como carlistas, es necesario decir que el poder popular sin información es un poder sin precisión y por tanto erróneo. ¿porqué digo esto? … el poder popular hoy en día vota al PSOE y al PP, cuando no a Falange, por no entrar en temas mas sangrantes tipo televisivo, futbolero o de bájate este tono que mola mucho…
Vamos a desear pero conscientes de la realidad que nos circunda.
Como profesional de la mar- y con muchos bivalvos en las gónadas- puedo decir y digo:
sindi…¡ queeeeeeeeeeee!.
Haberlos hailos ,»liberados», que – los pobres-se parten el pecho ¡pa na!. ¿El resto?. n.p.i.
Un camionero – con todos los respetos a la profesión-…¡ ¿sabe algo de la problemática de la poca flota que queda con bandera española!?.
Qu hablen/ hagan algo de/con Balearia- barcos subvencionados por todos nosotros y abanderados en Malta-con tripulaciones de terceros paises, de Boluda- con tripulaciones cubanas,-de Transmediterránea
etc.,etc.etc……
(Hablo de lo que se ….)
Si decía yo en mi intervención que son los propios trabajadores, en numerosas ocasiones quienes no quieren moverse. Se me responde que pueda ser por “la desconfianza que generan unos sindicatos “privilegiados””. Apunto que en la mayoría de los casos que conozco, no existe (no es perceptible) esa desconfianza. El motivo que aflora mayormente está en los efectos del individualismo y ligado a éste la trampa del endeudamiento en que muchos trabajadores han caído: el empresario les amenaza con despidos y la hipoteca presiona –y otros créditos quizá no tan necesarios también–. Pero es que a nuestros abuelos tampoco les regalaron nada; también ellos debieron sufrir, perder y llorar para conseguir unos derechos sociales que nosotros arriesgamos. Un trabajador actual que no considera, a largo plazo, los riegos de pérdida de independencia que le genera un endeudamiento en ocasiones discutible (la casa es necesaria, un coche quizá también, un todo-terreno o un coche de lujo no) tiene otro problema y, sinceramente, no creo que sea desconfianza hacia los sindicatos, creo que tiene un problema consigo mismo.
El sindicato, estructura natural y necesaria, ha sido domesticado hasta convertirse, de ave rapaz, en pollo de granja sometido a los caprichos del poder. Hoy día están vinculados a la propia dirección de las empresas, como leones domesticados y capados que comen de la mano de su dueño. El ejemplo más patético es USO.